Miguel íngel Reyes Illescas
Centro de Estudios Estratégicos y de Seguridad para Centroamérica
CEESC
Si tomamos el conjunto del proceso electoral como un solo hecho, es probable que las elecciones recientemente concluidas representen el final del ciclo de la transición que se iniciara en 1985. Pero no de la transición hacia una democracia «real, funcional y participativa» como comprometimos en los Acuerdos de Paz, sino hacia el formalismo de otra democracia electoral liberal.
Con limitaciones más expresas, dicho formalismo estuvo vigente desde el ciclo anterior, 1965-1985. Se inició con las elecciones del presidente Méndez Montenegro y, de sus instituciones hicieron uso legítimo el social-demócrata FUR y la Democracia Cristiana. Ambos buscaban su transformación reformista y gradual.
Las instituciones de ese ciclo político estaban limitadas por la forma de régimen militar que prevalecía. Las fuerzas armadas establecían en el Estado y en el sistema político los límites de dicho formalismo. Se podía participar pero no ir más allá de sus fronteras. Colom Argueta fue asesinado el día que su partido, el FUR, fuera reconocido formalmente y social-demócratas y democristianos sufrieron innumerables ejecuciones extrajudiciales a pesar de su legalidad. Sin reformas graduales, el régimen y su democracia formal colapsaron en 1982.
En el ciclo de la transición actual los grupos de poder económico familiar y cupular y los gobiernos pro-empresariales, particularmente el de Berger, han venido organizando un régimen diferente al del período 1965-1985. Este régimen, aún no consolidado, es el que establece los límites y las posibilidades de la nueva democracia electoral.
Si en la forma de régimen militar los límites del formalismo democrático los establecía el Ejército, como la fuerza coercitiva del Estado en uso de instrumentos militares, policiales, judiciales y de restricción de derechos, en un régimen de plutocracia los límites del formalismo democrático los establecen directamente el uso del dinero y sus dueños.
En años recientes el concepto de plutocracia se ha tendido a precisar en los términos que presenta Marty Jezer en el Washington Times. Una plutocracia dice, es un régimen donde «El dinero es el mayor determinante de la influencia y del éxito político. El dinero determina qué candidatos estarán en condiciones de impulsar campañas efectivas e influencia; qué candidatos ganarán los puestos electivos. El dinero también determina los parámetros del debate público: qué cuestiones se pondrán sobre el tapete, en qué marco aparecerán, y cómo se diseñará la legislación. El dinero permite que ricos y poderosos grupos de interés influencien las elecciones y dominen el proceso legislativo» («Money in Elections», 2005)
Se trata, entonces, de un nuevo tipo de captura del régimen político, esta vez no sólo del Estado sino directamente de los partidos (y de la institucionalidad electoral). Y este es el acontecimiento novedoso que distingue esta campaña de las anteriores durante el período de la transición.
Dichos grupos habrían renunciado a estimular la organización de un partido único representante de sus intereses como ARENA en El Salvador para cuyo efecto trabajaron en la Gana, pero ante su fracaso, optaron por intermediar sus intereses en los partidos que promovieron como mayoritarios. Los principales medios de comunicación operaron en esa dirección unilateral pero diversificada, el Tribunal Supremo Electoral también.
Tomar distancia de éstos y otros poderes fácticos que utilizan, asimismo, el dinero, es el desafío estratégico de la clase política. ¿Podrán el electo presidente Colom y su vicepresidente Espada tomar distancia de estos poderes fácticos y dificultar la consolidación del régimen que nace? ¿Qué chances tienen de hacerlo? ¿Cuáles podrían ser los alcances de sus políticas? Soy de la opinión que, solos, sus posibilidades no son abundantes pero concedo el beneficio de la duda.
¿Podrán, el Presidente electo, Colom y su vicepresidente Espada tomar distancia de estos poderes fácticos y dificultar la consolidación del régimen que nace?
Miguel íngel Reyes Illescas.