De exguerrillero a alcalde de Bogotá


Inter29_8

El nuevo alcalde electo de Bogotá, Gustavo Petro, ha jugado un papel clave en la reciente vida polí­tica del paí­s con sus reiteradas denuncias sobre los nexos entre la clase polí­tica colombiana y las bandas paramilitares.

Por LIBARDO CARDONA BOGOTA / Agencia AP

Su llegada a la alcaldí­a es el corolario de una pasión por la polí­tica que comenzó cuando tení­a 10 años de edad.

En su carrera de por lo menos 15 años ha saboreado éxitos y derrotas, como la que sufrió en los años 90 en su primer intento por llegar a la dirección de Bogotá.

La formación polí­tica de Petro, un economista de 51 años, se debe, según él mismo les ha dicho a sus amigos, a su madre y a su reacción a las elecciones presidenciales del 19 de abril de 1970, consideradas por muchos colombianos como una vergí¼enza nacional.

Aunque nunca se probó, la historia cuenta que en aquellos comicios hubo fraude en favor del conservador Misael Pastrana y en perjuicio del candidato de la Alianza Nacional Popular (Anapo) Gustavo Rojas Pinilla, un general en retiro del Ejército que, con corte populista, ya habí­a gobernado al paí­s entre 1953 y 1957.

De hecho, ese domingo el gobierno del entonces presidente Carlos Lleras suspendió la entrega de resultados cuando Rojas Pinilla estaba adelante por 50 mil votos. Al amanecer del dí­a siguiente, Pastrana apareció como ganador por poco más de 60 mil votos.

Como consecuencia del supuesto fraude, nació el Movimiento 19 de Abril, o M-19, una guerrilla tí­pica latinoamericana conformada en su mayorí­a por intelectuales de clase media y a la que Petro ingresarí­a unos 15 años después.

La derrota de Rojas Pinilla golpeó duro a la madre de Petro, Clara Nubia Urrego, una gran activista de su partido en Zipaquirá, un municipio a escasos 45 kilómetros de Bogotá.

Ella le explicó a Petro, quien ese dí­a cumplí­a 10 años, «cómo les habí­an robado las elecciones a los anapistas», recordó Augusto Rodrí­guez, un exguerrillero que fue asesor de Petro cuando se desempeñó como congresista.

«Gustavo siempre nos ha dicho con orgullo que su mamá fue su faro, la que lo metió en la polí­tica», agregó Rodrí­guez en entrevista telefónica.

Petro nació el 19 de abril de 1960 en un remoto poblado llamado Ciénaga de Oro, en el departamento de Córdoba, 500 kilómetros al norte de Bogotá. Por el trabajo de su padre –también llamado Gustavo–, la familia se trasladó a Zipaquirá con sus tres pequeños hijos: Gustavo, Adriana y Juan.

En los últimos años del bachillerato Petro tomó las armas, pero «nunca se destacó como un gran militar en el M-19. í‰l era más bien un organizador, un ideólogo», precisó Rodrí­guez.

De hecho, advirtió, «yo creo que Petro nunca en su vida le ha hecho daño a alguien ni con un cortauñas»; comentario con el que también está de acuerdo otro ex militante del M-19, Francisco Cardona, conocido como «Pacho Paz», y quien recordó haber conocido a Petro en Bogotá en 1983. «Era un hombre muy estudioso, muy sólido en polí­tica, muy reflexivo», dijo.

En diálogo telefónico con la AP, Cardona precisó que «a Petro siempre lo han querido hacer ver como el súper comandante del M-19. Eso no es cierto. í‰l era un mando medio y estoy seguro de que nunca le hizo daño fí­sico a nadie».

A principios de los años 80, Petro –un hombre de baja estatura, delgado, de lentes y de hablar pausado– se graduó de economista en la Universidad Externado de Colombia, en Bogotá.

En el M-19 escogió como nombre de combate «Aureliano» en honor al personaje de «Cien años de soledad», porque él y el Nobel de Literatura Gabriel Garcí­a Márquez eran bachilleres del Liceo Nacional de Zipaquirá.

En el «Eme» o M-19, como se conocí­a al grupo, «Petro era básicamente un organizador de masas. El se encargaba del trabajo con sindicalistas y estudiantes», explicó Rodrí­guez.

En noviembre de 1985 el M-19 asaltó el Palacio de Justicia, en la más sangrienta y mejor planeada de sus acciones. En la recuperación del edificio por parte de las Fuerzas Armadas, más de 100 personas resultaron muertas entre jueces, miembros de la fuerza pública y guerrilleros.

«En ese momento Petro y yo estábamos presos en la (cárcel) Modelo de Bogotá», recordó Cardona.

Tras salir de prisión, comentó Rodrí­guez, Petro regresó a las filas del M-19 y en 1988, en el departamento de Tolima, él y su compañero de armas Edgar Molano le dijeron al entonces jefe del M-19, Carlos Pizarro  –asesinado en 1990–, que «el tiempo de la guerra habí­a pasado, que ya era el tiempo de la paz».

En marzo de 1990, el presidente Virgilio Barco (1986-1990) firmó la paz con el M-19. Entonces Petro se dedicó de lleno a la polí­tica y en octubre de 1991 fue elegido representante a la Cámara por la Alianza Democrática M-19.

En 1994 quiso ser senador, pero fracasó en su intento. De inmediato fue nombrado agregado diplomático de la embajada de Colombia en Bélgica, desde la que denunció los supuestos nexos con el paramilitarismo del ex ministro de Desarrollo Carlos Arturo Marulanda, quien era el embajador y, por ende, su jefe.

Regresó a Colombia y en 1997 fue derrotado en las elecciones para la alcaldí­a de Bogotá por quien precisamente fue su mayor rival en los comicios de este domingo, Enrique Peñalosa.

Entre 1998 y 2010 siempre tuvo un escaño en el Congreso. Desde allí­, ininterrumpidamente, denunció los ví­nculos de la clase polí­tica con los grupos paramilitares.

Sus denuncias llevaron a que a fines de 2006 la Corte Suprema de Justicia diera inicio a una vasta investigación que a la fecha ha llevado a prisión a más de 60 congresistas y ex legisladores.

En marzo de 2010 se presentó como candidato del izquierdista partido Polo Democrático Alternativo para las elecciones presidenciales, en las que resultó ganador el actual mandatario Juan Manuel Santos con unos nueve millones de votos. Petro consiguió un poco más de 1,3 millones de votos.

A fines de 2010 se puso al frente de las denuncias de las irregularidades en la contratación de empresas para realizar obras públicas en Bogotá en las que, según cifras de la Fiscalí­a, el Estado fue desfalcado en unos 1.222 millones de dólares.

La investigación llevó en septiembre de este año a la detención del alcalde de Bogotá Samuel Moreno, del Polo Democrático Alternativo. Poco después de su detención, Moreno fue expulsado del partido.

Distanciado del Polo Democrático —del que fue uno de sus fundadores en 2005_, Petro creó en 2011 con simpatizantes de izquierda y ex miembros del Polo el movimiento Progresistas, con el que el domingo se convirtió en alcalde de Bogotá, cargo que ejercerá a partir del 1 de enero de 2012 y hasta 2015.

«Es un triunfo de la izquierda moderna, de la izquierda del siglo XXI», observó telefónicamente Daniel Garcí­a-Peña, uno de los coordinadores polí­ticos de la campaña de Petro.

Pero no todos se sienten cómodos con un ex guerrillero en el puesto polí­tico que es visto como un escalón hacia la presidencia.

La victoria de Petro «es una tragedia para Bogotá», comentó ví­a telefónica el ex ministro del Interior Fernando Londoño (2002-2003).

Agregó que «este señor no podí­a ser alcalde porque fue condenado por un delito (portación ilegal de armas) por el que no fue indultado cuando se desmovilizó como guerrillero porque es un delito común y no polí­tico».

Petro, que tiene seis hijos, tres con su actual esposa Verónica Alcocer, también ha sido criticado por sus adversarios en la contienda electoral porque alegan que aparte de su experiencia legislativa, carece de antecedentes en manejo o dirección de alguna localidad u oficina pública.