En plena euforia del Mundial de Brasil, la intensidad y el fanatismo en torno a los partidos de futbol pareciera que nos hace olvidar de cuestiones que son de importancia sobre el nivel de competitividad con los más básicos principios de la vida en convivencia a la que cualquier sociedad con un mínimo de responsabilidad se debe someter.
Primero, que no puede ser que una organización con los niveles de corrupción que ha tenido la FIFA históricamente y que ahora salen a luz con las mordidas que compraron la selección de Qatar como país organizador, tenga dominado al mundo de tal manera que se acepta lo asqueroso del negocio con tal de recibir la entretención que organizan. La FIFA es asquerosa, prepotente, corrupta y la mejor representación de la peor mafia que alguien pueda imaginar y que ningún guión cinematográfico ha sido capaz de emular. La pregunta es ¿cuándo y cómo se puede romper ese control de un organismo que explota a los jugadores mientras justifica sus corruptos eventos? Pero el juego del día es muy importante para eso y no importa ver a Blatter y su banda en las tribunas.
Hay una discusión sobre un enérgico castigo contra el jugador uruguayo Luis Suárez y la mordida que le metió a Giorgio Chiellini. Lamentablemente, la FIFA, ente emisor de la mordida no tiene cómo responder a la ola de comentarios en las redes sociales sobre la inmediata y enérgica condena a Suárez, mientras no se ha hecho un solo comentario a quienes dieron mordidas más grandes para recibir la plata de Qatar y demás negocios que manejan.
Pero, dejando eso de lado, no puede ser tampoco que la euforia del futbol nos haga ver como válido ensartarle los dientes a un jugador, como tampoco debe ser el dar un codazo y otras artes de agresión. Entendiendo que hay acciones que por la intensidad y energía del deporte se puedan dar, las bestiales agresiones no pueden ni deben tener cabida en algo que originalmente es un deporte. Y los más asustados ayer fueron muchos ministros y miembros del gobierno guatemalteco cuando dijeron que iba a haber castigos por las mordidas. Lastimosamente, pronto se enteraron que no era contra ellos.
Todo esto es materia de principios. El mercadológico “juego limpio” o “fair play” de la FIFA, no lo utilizan con sus cuentas, jugadores no lo usan como ejemplo para los niños y, muchos ciudadanos, no lo utilizan en los principios más elementales. No a las mordidas, no a la corrupción, no a la FIFA.
Minutero
Suárez pegó una mordida
y recibe el castigo de su vida;
en tanto Blatter y su compañía
muerden y gozan al día