El Foro Económico Mundial (WEF) de Davos que terminó el sábado rezumó este año conciencia ecológica y da cada vez más cabida a contenidos sociales, pero sigue siendo un punto de encuentro reservado a la élite económica mundial.
En esta 36ª edición se habló también de energía, la reactivación del proceso de paz en Oriente Medio y de la ronda de Doha, de los objetivos del presidente mexicano, Felipe Calderón, y de China, India y Latinoamérica, todo entre debates, mesas de trabajo y lujosos cócteles.
Los actores, unos 2.400 invitados de 90 países, la mayoría jefes de multinacionales pero también 24 jefes de Estado y de gobierno, 85 ministros, dirigentes de organismos internacionales, estudiosos y miembros de la sociedad civil, sólo pueden acudir por invitación del fundador del WEF, el alemán Klaus Schwab, y este año han tenido que abonar 28 mil dólares para asistir.
La ecología irrumpió este año como un tema de peso en el Foro, cuyos organizadores subrayaron en una encuesta a los participantes que en 2007 el 20% de los interrogados tiene como prioridad proteger el medio ambiente, más del doble que el 9% del año pasado.
Además empezó con el optimismo que insufló el anuncio del presidente estadounidense, George W. Bush, de que pretende sustituir el 20% del combustible utilizado por etanol, lo que fue alabado por el primer ministro británico.
Pero Tony Blair dejó claro que frenar el calentamiento de la Tierra, si Estados Unidos, China e India no acuerdan compromisos vinculantes para reducir las emisiones de efecto invernadero, los esfuerzos de otros países no servirán de nada.
Brasil se alegró porque esa decisión beneficiará a su país, según el ministro de Industria, Fernando Furlan, que asegura que él fue quien trajo a Davos el tema de los combustibles ecológicos, ya que «antes no había cultura de biocombustibles» en la escena internacional.
Además del medio ambiente, otros temas más sociales van entrando en Davos pero poco a poco, empezando por ífrica, presente desde hace años sobre todo de la mano de Blair, el cantante Bono y el fundador de Microsoft, Bill Gates, que financia abundantemente proyectos en el continente, y representantes de grandes ONGs como Amnistía Internacional o Greenpeace.
«Ha habido un proceso de transformación del WEF que se percibe por el hecho de que Karl Schwab haya creado una fundación para apoyar a los emprendedores sociales», estima el brasileño Rodrigo Baggio, que describe que «en muchos debates hay un representante social, hay temas medioambientales y sociales».
«Aún somos minoría, pero tenemos voz, podemos debatir e influir en las decisiones» a través del contacto con los jefes de multinacionales, asegura Baggio, brasileño creador del Comité para la Democratización de la Informática (CDI) y miembro de la Fundación Schwab.
El elitismo de Davos provocó hace unos años la reacción de las organizaciones sociales, que fundaron en 2001 el Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre (Brasil).
Pero con el paso de los años, «los que somos de izquierdas creemos que Davos está menos a la derecha, y los de derechas creen que Porto Alegre no está tan a la izquierda», estima el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva.
Lula «trajo el foro social a Davos» cuando en 2003 pronunció el mismo discurso en Davos en Porto Alegre, asegura su ministro Furlan.
Pero el fotógrafo francés de la Tierra Yann Arthus-Bertrand, que participó en el WEF, lamenta que «los que más recalientan el planeta están aquí, así que es normal que haya un poco de hipocresía y de buena conciencia».
«Estamos hablando del cambio climático» pero los invitados al foro «vienen en avión privado, en helicóptero o en grandes todoterrenos», lamenta.