David Alfaro Siqueiros a 35 años de la muerte del muralista comprometido


Capitán José David Alfaro Siqueiros nació en Camargo, Chihuahua, el 29 de diciembre de 1896, y murió en Cuernavaca, 6 de enero de 1974. Este próximo martes, cumplirá 35 años de haber muerto. Fue un pintor y Militar mexicano, fue uno de los tres exponentes del muralismo mexicano junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco.


Siqueiros tení­a una filosofí­a anarquista y estaba a favor del comunismo. A lo largo de su vida realizó diversos actos que le valieron varios años de cárcel:

* durante la Guerra Civil Española de 1936-1939, luchó como voluntario.

* Estuvo presente en Egipto en 1956, cuando Gamal Abdel Nasser nacionalizó el Canal de Suez.

* En México fue militante del Partido Comunista Mexicano hasta su muerte.

* En 1940 organizó y dirigió un supuesto atentado del 24 de mayo contra León Trotsky en su casa de Coyoacán, por lo que también fue encarcelado. Historiadores han comprobado que sólo fue una alegorí­a del pintor ya que se colocó frente a la casa de León Trotsky con una pistola de 22 mm a lanzar disparos al aire.

* Pese a lo que se comenta, en la Casa-Museo Léon Trotsky, el personal muestra a los visitantes las protecciones metálicas con que fueron cubiertas las ventanas, así­ como impactos de bala en el exterior de las mismas.

Debido al atentado contra León Trotsky, se exilió en Chile durante 1941. En Chillán pintó «Muerte al invasor». En 1944 emigró a Cuba donde pintó «Alegorí­a de la igualdad racial en Cuba».

En 1946 Siqueiros regresa a la Ciudad de México y pinta en la ex aduana de Santo Domingo, hoy Secretaria de Educación Pública su mural «Patricios y Patricidas». En su casa realizó el mural «Cuauhtémoc contra el mito» y más tarde pintó en el Palacio de Bellas Artes el trí­ptico «Nueva Democracia» En 1947 realizó el famoso lienzo titulado «Nuestra imagen actual».

Al año siguiente, en 1948 Siqueiros inició un taller de muralismo en la Escuela de Bellas Artes de Guanajuato en San Miguel de Allende. Ahí­ inició un mural a Miguel Allende el cual dejó inacabado debido al cierre de la escuela y la falta de recursos.

En 1952 iniciarí­a el proyecto de los murales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el cual se compondrí­a por 3 «escultopinturas». De estos 3 murales sólo se terminó uno: «El pueblo a la Universidad y la Universidad al pueblo» el cual fue inaugurado en 1956.

En 1960 terminó el mural en el Castillo de Chapultepec titulado «Del Porfirismo a la Revolución». Ese año, el 9 de agosto es perseguido, aprehendido y acusado de disolución social dado que Siqueiros era el presidente del «Comité de Presos Polí­ticos y la Defensa de Libertades Democráticas». Es encarcelado 4 años en la prisión de Lecumberri. Durante esa estancia, Siqueiros realizarí­a numerosos bocetos para el proyecto de la decoración del Hotel «Casino de la Selva», propiedad de Manuel Suárez y Suárez.

El 13 de julio de 1964, Siqueiros sale de la prisión y reúne un equipo de artistas nacionales e internacionales para realizar el mural que decorarí­a la Sala de Convenciones del Hotel Casino de la Selva.

En 1966 el proyecto es reubicado a la Ciudad de México y así­ se crea el Polyforum Cultural Siqueiros. Realiza diversos viajes promocionales a Europa. En 1968 termina el mural «La historia del teatro» en la Asociación Nacional de Actores (ANDA).

Finalmente, el mural «La Marcha de la Humanidad» es inaugurado el 15 de diciembre de 1971 por el presidente Luis Echeverrí­a ílvarez.

David Alfaro Siqueiros falleció en Cuernavaca, Morelos, el 6 de enero de 1974. Su cuerpo fue inhumado en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Dí­as antes de su muerte, Siqueiros donó su casa en Polanco al pueblo de México que, desde 1969, la habí­a dedicado a Salas de Arte Público y al Museo de Composición de Pintura Mural.

Su perdida causó un profundo pesar en aquellos artistas latinoamericanos que se identificaron con su arte social, entre ellos, el Dr. Teodoro Núñez Ureta: «La muerte de Siqueiros nos detiene de golpe en medio de la calle. Nos sorprende a todos. No importa que hasta ese dí­a muchos no supieran de él ni de sus sueños. ¿Siqueiros? Siqueiros. Desde la calle hacemos un recuento. Años malos estos. Primero Matisse, luego Picasso, Casals, Neruda. Y ahora Siqueiros. Vemos que todos ellos alcanzaron los 70, los 90 años. Que todos son ejemplos gloriosos de la cultura que aún estamos viviendo. Viejos geniales que parecerí­an estar de acuerdo para morirse juntos. Y de pronto comprendemos que no es por casualidad que así­ sucede. Estos hombres, durante 70, 90 años fueron actores principales del último drama. Y el drama ha terminado…»

Obra [editar]

Su obra se enmarca en el grupo de pintores y muralistas mexicanos, junto a Diego Rivera y José Clemente Orozco. Estos muralistas expresionistas mexicanos anticiparon las tendencias neorrepresentativas o neoicónicas que se dieron hacia 1960.

Sus frescos en exteriores se dedicaron a temas revolucionarios y sociales, para inspirar a las clases bajas.

Estilo [editar]

Su forma de pintar es esquemática. Siqueiros intentaba encontrar un dinamismo en la figura para crear movimiento. Siempre buscaba teorí­as para experimentar en ellas. Una de las formas en las que Siqueiros creaba movimiento era pintar con diversas lineas, a modo de boceto. Normalmente, estos trazos son negros y gruesos. En Del Porfirismo a la Revolución, Siqueiros puso a prueba una de sus teorí­as donde tuvo que pintar a los guerrilleros en una pared transversal de modo que desde el centro, se viera un grupo como si solo fuese una pared y no tres.

Son pinturas llenas de color, representan figuras con emociones intensas, como en El martí­rio de Cuauhtémoc.

Murales [editar]

El edificio Tecpan aloja actualmente el mural «Cuauhtémoc contra el mito» de 1944. Esta constituye la primera obra plástica mixta del autor en la que combina pinturas modernas y soportes de madera, masonite además de esculturas hechas por Luis Arenal. A través de la perspectiva tridimensional Siqueiros intenta recrear el movimiento de las figuras. A la derecha y en primer plano está Cuauhtémoc enpuñando las armas oponiéndose a la destrucción de su civilización a manos de los conquistadores españoles, estos últimos son interpretados como centauros cuyas fuerzas son la religión y las armas de fuego (arriba e izquierda). Debajo de las patas del caballo está la cabeza de un indigena decapitado y de frente aparece Quetzalcóatl como sí­mbolo de desarrollo milenario del México prehispánico. Al centro, Moctezuma II implora desconcertado a los dioses que le expliquen por que el supuesto regreso de Quetzalcóatl (en la figura de Córtes) implicó la caí­da de su imperio, apreciándose al fondo los templos incendiados.