Durante mi juventud era imposible hablar de la participación de los norteamericanos en el derrocamiento del gobierno de Arbenz porque la historia oficial, que no podía ser refutada en esos días de guerra fría y de la plena vigencia de la Ley de Defensa de las Instituciones Democráticas promulgada en el gobierno de Castillo Armas, sostenía que el Movimiento de Liberación había sido un esfuerzo criollo por derrotar al comunismo. Tan criollo como que se podía hablar de la participación abierta y descarada de monseñor Mariano Rossell y Arellano, pero nunca de la que tuvo tan destacada el cardenal Francis Spellman, Arzobispo de Nueva York.
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Todavía hace unos años era tema de ardiente discusión con amigos como Armando Sandoval y el Mico Taracena, quienes refutaban cualquier versión que involucrara a los gringos en el derrocamiento de Arbenz. Sin embargo, la progresiva desclasificación de informaciones en Estados Unidos ha permitido conocer interioridades de la participación de la Agencia Central de Inteligencia en la operación encubierta para derrocar al gobierno guatemalteco y la participación que tuvieron no sólo los espías al mando de Allen Dulles, sino también funcionarios de la rama ejecutiva, del mismo Congreso y el papel jugado por buena parte de la prensa norteamericana en el plan para desestabilizar a un gobierno que era visto como la cabeza de playa del comunismo internacional en América Latina.
En la página web de la Agencia Central de Inteligencia, hay bastante material que desnuda la realidad de lo que fue la operación llamada en código PBSUCCESS y que tenía la finalidad de derrocar al gobierno guatemalteco. Si mi abuelo hubiera tenido acceso a esa información, creo que no hubiera escrito mucho de lo que en aquellos años posteriores a 1954 publicó, incluyendo un libro en el que defiende el carácter criollo de la revuelta liberacionista.
Vale la pena leer la forma en que actuó el Congreso de los Estados Unidos durante esos días y cómo se logró montar toda la conspiración. Basta ir al link https://www.cia.gov/library/center-for-the-study-of-intelligence/kent-csi/docs/v44i5a03p.htm para leer un bien documentado trabajo de David M. Barret, publicado el 8 de mayo de este año en ese sitio oficial, para entender lo que realmente ocurrió y cómo se estructuró toda la acción encubierta. Es más, allí se da cuenta que en las postrimerías del régimen de Truman, hubo una orden ejecutiva que suspendió las acciones encubiertas que se venían realizando contra el gobierno guatemalteco y hasta se habla de algún plan para cometer asesinatos. Pero cuando tomó el poder Eisenhower y junto a él llegaron los abogados Dulles, John Foster y Allen, a posiciones clave del gobierno, la CIA contó con todo el apoyo porque esos profesionales eran abogados importantes de la United Fruit Company, lo que explica el extraordinario interés que hubo para concretar las acciones.
El trabajo de Barret, titulado «La esterilización de una infección roja: El Congreso, la CIA y Guatemala, 1954», es digno de ser leído para comprender buena parte de nuestra historia que fue sistemáticamente cambiada por la llamada historia oficial escrita por los vencedores de aquellos días y que lograron, con base en prácticas de terror y represión, evitar toda mención a versiones que pudieran comprometer el supuesto carácter nacionalista y autóctono de aquel Ejército de Liberación que se organizó en Honduras bajo los ahora ya conocidos auspicios.