Datos de algunos lagos de Guatemala (y 4)


Tal y como fue expresado en el artí­culo anterior: La única forma de intentar dar marcha atrás a los procesos de muerte de los espejos de agua guatemaltecos es poniendo «en cintura» a las municipalidades y cerrando industrias que no den tratamiento adecuado a sus aguas de salida. Es urgentí­simo y no existe otra forma.

Roberto Arias

Recuerdo perfectamente cuando, hace años, un buen amigo mí­o, cuyo nombre no mencionaré en esta oportunidad, regresó de un viaje de trabajo por Israel, Egipto y otros interesantes paí­ses de Asia y Europa y trajo, dentro de otras cosas, información y representación de equipos, de fabricación israelí­, para limpiar y reciclar el agua de tubos de salida industriales.

Son equipos verdaderamente maravillosos. Supongo que la tecnologí­a, en este momento, ha sido superada con creces y la posibilidad de reciclar las aguas de los tubos de salida de las industrias guatemaltecas es enorme… si existiera la buena voluntad de hacerlo y la buena voluntad, especialmente, de hacer la inversión para beneficiarse ellas y a la comunidad guatemalteca.

Sin embargo, cuando ofrecimos estos filtros a algunos industriales que están descargando sus aguas contaminadas al lago de Amatitlán; industrias que obviamente están dentro de la enorme cuenca de la olla del lago (Desde San Pedro Sacatepéquez pasando por quizás más de la mitad de la capital, incluyendo Ciudad San Cristóbal, Mixco, Calzada Roosevelt, zonas 1, 4, 5, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, etc.; Petapa; Villalobos; Villa Nueva; Amatitlán y aldeas, colonias y caserí­os adyacentes), la mayorí­a dijo que eran gastos onerosos que no resuelven nada. Muchos ni siquiera quisieron escuchar nuestra propuesta.

El lago de Amatitlán, a muy pocos kilómetros de la capital de Guatemala enfrenta su inexorable muerte, con las perpetuas y letales inyecciones de excremento, basura y desechos tóxicos y aguas ácidas industriales. Las aguas ácidas son aguas que se producen como resultado de la oxidación quí­mica y biológica de sulfuros metálicos, especialmente pirita o pirrotita, que se pueden encontrar presentes o formando parte de botaderos, relaves, basuras municipales, etc.

Desgraciadamente, en la capital de Guatemala, los urbanizadores municipales parecen haber olvidado cuál es la verdadera razón de la urbanización. La urbanización debe ir más allá de acondicionar una porción de terreno y prepararlo para su uso urbano, abriendo calles y dotándolas de luz y pavimento. La urbanización citadina, en su concepto de una visión metropolitana, obligadamente debe sobrellevar, dentro de otros elementos, los aspectos sociales internos y periféricos, lo cual obviamente incluye proyectos de introducción y conservación de agua y sus desechos de aguas residuales, así­ como los espacios ecológicos y áreas de recreo para beneficio integral de los residentes de la ciudad.

La pérdida de los lagos de Guatemala se debe especí­ficamente a la voracidad humana, falta de interés, ignorancia y total negligencia de los guatemaltecos en general, porque como reiteradamente he repetido en esta columna: Son los guatemaltecos, todos, los responsables de lo que ocurre en Guatemala. No son los japoneses, alemanes, gringos o chilenos quienes han contaminado los lagos guatemaltecos. Son los ciudadanos de Guatemala quienes persisten haciéndolo; entonces: ¿Por qué tanto aspaviento sobre el lago de Atitlán, si su salvación o su muerte, sea cual sea, ha estado desde siempre en manos de todos los guatemaltecos?