Creo que la extracción minera debe realizarse en todas partes del mundo. Sin la extracción de los metales de la Tierra no existiría la civilización como la conocemos actualmente. No habría siquiera ollas e instrumentos para cocinar ni cubiertos para comer. La metalurgia es indispensable para el sostenimiento de nuestra civilización y para la comodidad del ser humano. La industria no podría sobrevivir y desarrollarse sin los diferentes metales que utilizamos en nuestro diario vivir.
Pero debe considerarse que la sabiduría y el conocimiento técnico de las actividades humanas nos indican que la vida en la Tierra y en el universo depende del equilibrio y, que si se pierde ese balance, los acontecimientos derivados llevarán al caos. El caos en la Tierra ocasiona daños terribles para el ser humano con las concomitantes pérdidas ambientales, sociales, económicas y de vidas.
Una de las regiones más ricas del mundo es Latinoamérica, donde está insertado nuestro país que, por ser parte de la subregión mesoamericana, aparentemente una de las últimas en surgir de las profundidades del océano en la historia morfo geológica de la Tierra, es una verdadera gema que brilla dentro de los países más ricos, ecológica y ambientalmente hablando. Los Volcanes de Guatemala son parte del cinturón de fuego del Pacífico, que abarca la costa Pacífica, las Islas Aleutianas, Japón e Indonesia y, convierte a Guatemala en una de las zonas más densamente cubierta de volcanes del mundo.
Solamente este minúsculo conocimiento nos forma la idea de la colosal riqueza metálica que existe en nuestro bellísimo país. Desconocemos cuál es la riqueza total que surgió de las profundidades de la Tierra por medio de cataclismos y presiones inimaginables, cuando se formó esta parte de la Tierra, para ser una de las zonas más densamente cubierta de volcanes del mundo. Como ejemplo podemos ver la región de “La sierra de las minas”, aún inexplorada totalmente en su contenido metálico. Su nombre tiene una razón.
Pero los gobernantes en sus períodos no han querido aprovechar esta cuantiosa riqueza para el desarrollo y bienestar de los ciudadanos de la República de Guatemala. En su avidez han decidido ser los proveedores cuasi gratuitos de esta materia prima para el mundo, incluyendo el oro del país. Por pensar en una inválida y efímera riqueza personal han arriesgado de una manera torpe, por no decir estúpida, el proceso de desarrollo de la República, quitando la oportunidad de obtener formidables valores agregados a la producción y exportación de esta materia prima y eliminar así, parcialmente, la dependencia del comercio exterior de otros países.
De esta manera, los gobiernos relegan la forma de obtener abundantes divisas que sirvan para sostener excelentes políticas sociales y la lucha contra la pobreza y pobreza extrema. Por el contrario, la riqueza huye y la pobreza aumenta todos los días.
La contundente evidencia, que el gobierno esconde, de los daños ecológicos, ambientales, económicos y sociales que las mineras han creado, han ubicado en la mente de las poblaciones una idea absolutamente contraria a la que la minería pueda ser símbolo de desarrollo y de riqueza para la nación. Aquí podemos ver que los pasivos que ha dejado la minería para los pueblos, bajo las obtusas condiciones actuales, van mucho más allá de lo meramente económico: Han impactado a las comunidades en la degradación de los ecosistemas, disminución en los procesos de la agricultura, persecución y muerte por parte de los mineros y del gobierno, desalojo, migraciones, contaminación, enfermedades, etcétera.
La ejecución y expansión de proyectos mineros, en lugar de mitigarlos, han desequilibrado y traído desastre y conflictos sociales graves para la población, aunado al paquete de pobreza y degradación moral y social que sufre Guatemala.
La voracidad y la corrupción tienen de rodillas a Guatemala.