En política las percepciones cuentan mucho y los hechos de los últimos días afectan, de una u otra manera, el desempeño de los políticos que aspiran a ganar las elecciones, porque se trata de un problema de enorme magnitud que pone a prueba, sin duda alguna, no sólo la capacidad de reacción sino el nivel de compromiso con el país de cada uno de los aspirantes.
A primera vista, el mayor daño colateral sufrido por los sucesos desatados con la muerte de los diputados salvadoreños, pero sobre todo por lo ocurrido en El Boquerón con el asesinato de los cuatro policías, hay que endosarlo a Alejandro Giammattei Falla, el candidato de la GANA, encumbrado a esa posición porque supuestamente había depurado el sistema de presidios y porque se arrogó el «éxito» del procedimiento en Pavón que ahora se ve tan semejante al procedimiento en El Boquerón.
Rigoberta Menchú, como candidata abiertamente apoyada por algunos estratos del gobierno, también carga con un pesado lastre porque no puede criticar abiertamente lo ocurrido ni, mucho menos, admitir que existen en el país escuadrones de la muerte que hacen limpieza social porque ello significaría que ha sido embajadora de buena voluntad de un gobierno que ha avalado, cuando menos, la práctica de ejecutar extrajudicialmente a reales o supuestos delincuentes.
ílvaro Colom también recibe parte de los daños colaterales, puesto que su incapacidad para articular un discurso que enfrente con firmeza y carácter el problema de la inseguridad se ve agravado porque jamás podrá cuestionar la política de seguridad del Gobierno, toda vez que el responsable de la misma es hermano de su candidato a la Vicepresidencia.
Por ello no es extraño que Otto Pérez, quien conoce desde la intimidad cómo funcionan los poderes ocultos, sea quien ha capitalizado el momento al denunciar sin tapujos la existencia de escuadrones de la muerte, realidad que sólo el gobierno mismo y los colegas de Otto Pérez, por las razones expuestas, no pueden afirmar. Por supuesto que Otto Pérez Molina, con su propuesta de mano dura, está en el filo de la navaja porque cabalmente porque se les fue la mano con la mano dura es que en este gobierno están en trapos de cucaracha, pues no entendieron que el país necesita imperio de la ley que nada tiene que ver con mano dura. Una cosa es un Estado firme, que aplique sin vacilación la ley y otra muy distinta el que pregona mano dura que no es sino sinónimo de fuerza.
Por ello es que en este escenario nadie gana. No ganan los pequeños que quedaron callados ni ganan los grandes silenciados por razones especiales. No gana el único que ha hablado porque su pasado y propuesta le comprometen y tampoco gana el proceso que ahora pudo haber recibido un aire fresco y renovador si hubiera un poco de talento? y de decencia.