Representantes del Hospital San Juan de Dios informaron que Luz Elena Canté y Darío Mansilla evolucionaron “satisfactoriamente” de las heridas con machete que ambos presentaban. A la pareja se le dio egreso del nosocomio.
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Selvin Rustrián, portavoz del centro asistencial, explicó que la última en abandonar el hospital fue Canté, a quien se le dio egreso el 27 de enero pasado.
“A las dos personas –Canté y Mansilla– se les dio de alta por parte del Hospital San Juan de Dios, ya que se encuentran fuera de peligro, estables. Mansilla, mientras permaneció en el hospital, fue custodiado por agentes de la Policía Nacional Civil (PNC)”, indicó Rustrián.
Según el comunicador, desconocen qué acciones tomó la PNC en este caso, pero reiteró que desde el 12 de enero permanecieron custodiando a Mansilla.
Rustrián explicó que la pareja debe visitar periódicamente el centro asistencial, para que el proceso de recuperación sea el adecuado.
La Hora buscó información en la institución policial, para conocer sobre las acciones emprendidas por este caso, pero al cierre de este vespertino aún no se conocía nada al respecto.
ANTECEDENTES
El 12 de enero, Canté fue agredida con un machete, aparentemente por su esposo Darío Mansilla, quien se cortó el cuello al ver a la madre de sus hijos moribunda.
La mujer fue trasladada en una ambulancia de la aldea El Triunfo, en Palencia, hacia el Hospital San Juan de Dios en la zona 1. Los Bomberos Voluntarios cubrieron la emergencia.
Los informes oficiales refieren que Mansilla admitió haber golpeado a su pareja, sin especificar las causas que lo llevaron a cometer este delito.
Familiares de la mujer agredida dijeron recientemente a La Hora, que no era la primera vez que Canté era golpeada por su esposo, pues en febrero del año pasado fueron testigos de otro hecho similar.
De acuerdo con ONU Mujeres, se estima que en algunos países como Guatemala, entre el 40 y 70 por ciento de las mujeres víctimas de asesinatos mueren a manos de sus parejas.
María Machicado, representante de esa instancia, explicó que en el ciclo de la violencia hay un período entre las parejas donde hay un aparente arrepentimiento del agresor, pero el retorno de las mujeres con su agresor puede ser aún más violento.
“Creen en esa promesa, retornan a ese entorno violento y muchas veces se vuelve a repetir ese patrón con mayor agresividad. Es ahí donde la violencia se tiene que ver como un problema público y no como un problema privado, no como un problema que se resuelve como un asunto privado, sino como las autoridades tienen que tener la capacidad de dar seguimiento a ese caso en el que la pareja tiene que tener un monitoreo”, reiteró.