A mis 20 años he tenido la oportunidad de conocer muy de cerca las necesidades de nuestros niños, desde la falta de alimentación hasta las necesidades básicas como lo son vivienda o educación; sin embargo, creo que antes estos temas no significaban tanto para mí,
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Hasta que hace año y medio tuve la oportunidad de poder apoyar y convivir con una institución que nace ante la necesidad de querer ayudar a los niños y comunidades más necesitadas de nuestro país, no solo en infraestructura escolar, sino también en los diferentes aspectos sociales como los son salud, alimentación, áreas de recreación, etc., y con esto mejorar no solo a la comunidad beneficiada sino el brindarles oportunidades de desarrollo tanto a los miembros de la misma, como a los niños.
El verme un día frente a una escuela completamente de lámina con piso de tierra, unos hoyos en el suelo a lo que denominaban ‘baños’ forrados por nailon, como lavamanos un tonel de agua, escritorios fabricados por los papás, niños descalzos, que carecían de una adecuada alimentación pero que a pesar de eso en la luz de su mirada reflejaban las ganas de devorarse al mundo, las ganas de querer aprender y que todos esos inconvenientes para ellos no eran un obstáculo, que tenían grandes sueños, y asimismo el ver a algunos de ellos que preguntaban ¿que era un sueño?, fueron impactantes en mi vida, y a partir de esto mi vida empezó a dar un giro, ya que a pesar de esas condiciones las maestras se esforzaban en tener una escuelita maravillosa y linda día a día, y soy franca, no pude evitar recordar cómo fueron las instalaciones en las que me eduqué, una inmensa escuela de dos niveles con escritorios nuevos que algunos pateaban o manchaban, una cancha techada, salones con inmensas ventanas, baños con cerámica, abundante agua que inclusive teníamos la despreocupación de si se quedaba abierta una llave del lavamanos o no, todo esto me hizo reflexionar de que en realidad los que hemos tenido la oportunidad de crecer en “cuna de oro” no hemos valorado eso, no nos damos cuenta que Nuestra Bella Guatemala tiene otra cara muy distinta a la que pensábamos, y que el futuro de este hermoso país está en nuestras manos y en los sueños de todos esos niños que en su imaginación crean instalaciones maravillosas que hacen que las láminas se conviertan en muros firmes, que una botella sea el próximo balón del Mundial, que un árbol es un gran fuerte en el que tienen hasta columpios para divertirse hechos con los mejores materiales: una llanta y una pita.
Desde que soy parte del equipo que denominan Pitufos, hemos logrado que a través de los proyectos nuestros niños adquieran la capacidad de lograr sus sueños y con esto la oportunidad de alcanzar un futuro con mejores condiciones de vida, en lo personal el ver cómo la cara de asombro de maestras, padres y niños al ver que en lo que unieron esfuerzos y el sueño que compartían sin pensar en el tiempo , frio o calor, de compartir las sonrisas, el gusto de poder sentarse a comer una tortilla junto a cada uno de ellos que sin saberlo me hicieron madurar y darme cuenta que cuando como guatemaltecos nos unimos somos invencibles trabajando por un mismo sueño con la mentalidad de qué lugar queremos para nuestros hijos, y queda la pregunta ¿Y tú que Guatemala quieres para tus hijos?´