Un mes después del golpe de Estado en Honduras, los gobernantes del grupo de Tuxtla se reunieron en Guanacaste, en el norte de Costa Rica, condenaron «enérgicamente» el derrocamiento de Zelaya y dieron total apoyo total al plan de Arias.
«El Acuerdo de San José sigue vivo (…). Estamos a tiempo todavía», subrayó Arias, en su discurso central del cónclave, celebrado en un complejo turístico 270 km al norte de San José.
El plan establece la restitución de Zelaya, su renuncia a reformar la Carta Magna, un gobierno de unidad nacional y el adelanto en un mes de las elecciones del 29 de noviembre entre otros puntos.
El gobernante de Costa Rica dijo que el presidente de facto hondureño, Roberto Micheletti, le pidió que solicitase al secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, visitar Honduras para hablar con las autoridades de su régimen.
Sin confirmar si la demanda fue aceptada o rechazada, Arias lamentó que las autoridades de facto «todavía no están convencidas» de que se debe revertir el golpe que sacó del poder a Zelaya el 28 de junio.
Una comisión del Congreso hondureño prepara, desde el lunes, un informe del Acuerdo de San José que deberá ser presentado al plenario, probablemente este jueves.
Arias advirtió al régimen de Micheletti que «o revierte el camino andado, anulando ciertos actos» o «enfrenta el ostracismo absoluto».
«Es difícil que un régimen de facto que no es reconocido por absolutamente ningún gobierno en el mundo, pueda aguantar la presión», opinó el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, quien asistió a la Cumbre.
El presidente de México, Felipe Calderón, estimó urgente «fortalecer la vía abierta a la negociación», pero para que tenga éxito «es necesaria la voluntad política» del régimen de facto.
Aunque Zelaya dio por «fracasada» la mediación de Arias, envió a Guanacaste a su vicepresidente, Arístides Mejía, para «apoyar» la vía negociada.
«Queremos que países amigos que son fuertes en Latinoamérica, como México, Argentina o Colombia, redoblen esfuerzos para lograr el objetivo», expresó Mejía.
Zelaya, quien podría viajar el jueves o viernes a Washington según su vicepresidente, permanece en Nicaragua, cerca de la frontera con Honduras, con seguidores que apoyan su intento de volver a su país.
«Quisiéramos (…) que contribuya a la negociación no creando con eso una exacerbación de las cosas que permita a gente de la dictadura crear excusas para no avanzar en la solución del problema», comentó a la AFP Insulza.
La tensión en Honduras dominó la XI Cumbre de Tuxtla, convocada para ver graves problemas como la violencia y la gripe AH1N1, pero que también se crispó por un conflicto entre Bogotá y Caracas.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, decidió «congelar» las relaciones diplomáticas y las importaciones con Colombia, tras la denuncia de Bogotá de que armas vendidas por Suecia a Venezuela han sido encontradas en manos de la guerrilla de las FARC.
«Espero que los anuncios del presidente Chávez no se lleven a cabo y que se entre por el camino del diálogo directo y la negociación», dijo Insulza.
Bogotá aseguró en una nota entregada en Guanacaste que ya había informado «discretamente» en junio a Caracas sobre la presunta entrega de lanzacohetes a la guerrilla, pero no se refirió al anuncio de Chávez.
Además de Arias y Calderón se reunieron los presidentes Alvaro Uribe (Colombia), Alvaro Colom (Guatemala), Mauricio Funes (El Salvador) y Ricardo Martinelli (Panamá). El nicaragí¼ense Daniel Ortega rechazó la invitación.