Cultura y deportes, un relevo obligado


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Pareciera que con el repentino anuncio efectuado el lunes de esta semana mediante el cual se dio a conocer la inminente salida de los hasta ahora responsables de las carteras de Agricultura, Ganadería y Alimentación; y, de Relaciones Exteriores, así como el relevo en la PGN, el tema de los principales colaboradores en el Ejecutivo estuviese agotado. Pero luego de una rápida revisión al desempeño de otras carteras, como la de Cultura y Deportes, la decisión Presidencial, a mi juicio, se ha quedado corta.

Walter Guillermo del Cid Ramírez
wdelcid@yahoo.com


El anuncio casi fue atípico. Unas horas antes de ese lunes, en una emisora de radio el Presidente Pérez Molina, descartaba la salida del Canciller y casi confirma a todo su Gabinete. Pocas horas después en conferencia de prensa se anuncian parcialmente los relevos. Y digo parcialmente pues a la fecha el único cambio concreto en el Organismo Ejecutivo es el anunciado para la Cancillería, no obstante aún se tiene la duda de quién a su vez relevará al Secretario de Planificación que pasará a ocupar la jefatura de la diplomacia guatemalteca. En los albores de la vigencia de nuestra actual Constitución Política de la República, el Ministerio de Cultura y Deportes fue concebido como un ente para emprender tres grandes ámbitos de acción: el mantenimiento y divulgación de las llamadas Bellas Artes, el rescate y valoración de nuestra enorme riqueza ancestral y patrimonial y, el fomento del deporte recreativo. Los responsables de la conducción de esta cartera a lo largo de los primeros cuatro gobiernos entendieron esa suerte de combinación de factores para el cumplimiento de sus funciones. Luego, paulatinamente se inició una distorsión en la concepción de los términos “cultura” y del “deporte”, que en esencia desde la responsabilidad de esta cartera es no competitivo.

Los últimos designados han sido herederos de los pueblos ancestrales. Bien por ellos, pero… Y entonces, lo que fuera concebido como una interacción entre las concepciones culturales (occidental y de los pueblos originarios) derivó en un descuido total a las manifestaciones del espíritu enmarcadas en las llamadas Bellas Artes. A cambio, supuestamente de la investigación, promoción y divulgación de las manifestaciones culturales fundamentadas en las tradiciones precolombinas. No es un secreto la crisis de las Escuelas de Danza, de Artes Plásticas, el abandono del Conservatorio Nacional de Música, que con sus menguados presupuestos están condenando a una muerte prematura (desde la perspectiva del Organismo Ejecutivo) así como la promoción, difusión y degustación de estas actividades. Lamentablemente tampoco se ha atendido adecuadamente la investigación y conservación del patrimonio histórico y la preservación de las costumbres y tradiciones patrimoniales de los pueblos originarios. El mayor fiasco lo constituyó el erróneo y miope manejo del ceremonial del Oxlajuj Baktún.

La ejecución presupuestaria de esta cartera, cuya modesta asignación es ínfima en relación a otros ministerios, es de las más bajas y pobres en cuanto a cantidad y calidad de gasto. A un ministro se le evalúa entre otros aspectos por el acertado manejo de los recursos dispuestos bajo su responsabilidad. De hecho la proyección concreta de las metas que se haya propuesto un funcionario a este nivel, tiene su referente en la calidad y cantidad de presupuesto ejecutado. Este pobre y mediocre desempeño no puede continuar siendo tolerado para el actual ejercicio fiscal. La Presidencia de la República ha abierto muchos frentes, demasiados tal vez, como para agregarle un infortunado manejo de una cartera que aún y con nuestras múltiples limitaciones de tipo presupuestario debiera ser un buen ejemplo de un gasto eficiente, efectivo y eficaz tanto para la salvaguarda de nuestras costumbres ancestrales, como en la promoción de todas las manifestaciones del arte. Antes bien, se ha cobijado en esos despachos personajes pobres de criterio, mediocres y prejuiciosos cuya mejor labor es la de la censura al arte en toda su expresión. Ahí también debiera producirse un profundo cambio señor Presidente.