Al referirme a un mensaje de Empagua que servía de alerta hace tiempo ido, rezaba: «Gota a gota, el agua se agota». Dista totalmente de ser adulón de mi parte, tampoco de congraciarme con la alcaldía municipal. Si lo traigo a cuenta, obedece al llamamiento general, consistente en cuidar con ganas el líquido vital, en escasez dominante y sus consecuencias visibles.
No es un secreto este mayúsculo problema, añadido a otros de similar catadura ya existentes, mayormente en la creciente capital y los poblados del interior. Que lo veamos tipo corto de vista hace más serio el grave asunto que tenemos encima. Sencillamente es urgente poner el clásico granito de arena; imposible actuar sin frenesí, lo demanda la situación imperante.
La insensibilidad aguda en el colectivo, debe trocarse por actitudes plenas de conciencia contagiosa; ojalá en fila india pueda y debe constituirse el connacional. De verdad, ¿quién no utiliza el elemento natural, sean como sean sus cotidianos trabajos, desde el elemental lavado de manos, seguido de imprescindibles tareas en casa, calle, trabajo, estudio y juegos varios?
Las comunicaciones sociales a la cabeza, despliegan valiosas y urgentes labores que apuestan directamente en tocar las fibras sensibles de nuestros connacionales. Convencidos que solo dejar pasar el temporal, de quedarnos, ¡qué digo!, definitivamente arribar al caso de únicamente tragar saliva reseca. Mucha atención, sin excusas ni pretextos baladíes, «que todos se levanten…»
Investigaciones científicas sacan a relucir el lamentable ritmo veloz, demostrativo día a día de la pérdida de mantos freáticos menos existentes, la presencia hídrica muestra rostro escuálido, anhelante como satisfactor de primera necesidad general. No conciernen únicamente noticias apocalípticas, «de gota en gota, el agua se agota», viene a ser el convencimiento crítico.
En orden al expansionismo humano, prioridad uno, es entonces considerar que necesitamos agua para el consumo humano, agua también en beneficio de las cultivos y agua que brinde riqueza de mantos freáticos dondequiera. No podemos ocultar la cuantía constituida con el calificativo de tragedia. Interrogantes surgen pronto ¿qué hacemos por conservarla? Nada, absolutamente, en definitiva.
Fórmulas de salvación, entre otros, citamos su uso con moderación y responsabilidad, resulta imprescindible. A efecto que el desequilibrio prosigue ganando. Su desperdicio ostensible aumenta en jardines de viviendas, paredes, garajes, portones y balcones son un grito de terror, mismo que tiene incontables adeptos también en el lavado de vehículos automotores aquí y allá.
El anterior párrafo exhibe el más grande egoísmo, desconsolación evidente de los seres humanos de connotación fidedigna. El hecho de cooperar, convencidos que la unión hace la fuerza, aunque en mínima parte, esa ansiada sumatoria también conforma una buena solución a tan preocupante problema mundial. Algunos criterios al respecto aseveran que apoderarse del agua, será una guerra mundial.