En Guatemala nadie está libre de ser herido o muerto por el solo hecho de ir al Mercado Central a comprar una mano de mangos de pita, ahora que es su tiempo, como tampoco podemos circular en el Periférico capitalino guardando todas las medidas preventivas que indica el Reglamento de Tránsito, sin que por la vía contraria pueda marchar a toda velocidad un desalmado conductor de cabezal remolcando una pesada plataforma, saltar el camellón, atravesar la barrera central y caerle encima a su vehículo para apachurrarlo por completo. Por ello advierto que hay que tener cuidado, porque los delincuentes andan sueltos.
Está visto y demostrado que nuestras autoridades son tan incapaces de cumplir eficazmente sus deberes y responsabilidades, que no pueden atender el teléfono 110 y hasta extienden «licencias para matar», del tipo «profesional» a quienes apenas han cumplido sus 18 años. Sí, aunque usted me califique de exagerado, no puedo dejar de escribir con la verdad, por lo que si en la presente semana aprovechara su tiempo libre para visitar a sus familiares, le ruego tomar todas las precauciones necesarias para no romper las suspensiones de su vehículo y la crisma de sus acompañantes, porque a alguien se le haya ocurrido poner sin aviso, ni advertencia previa, uno de tantos túmulos en lugares inadecuados.
No son cuentos, se justifica la expresión ¡los delincuentes andan sueltos! Por estos días y por la difícil situación por la que atraviesa el país es más seguro irse de vacaciones a Rusia o al Vaticano, que quedarse en casa y, si tanto es la necesidad espiritual y religiosa de salir a la calle para asistir a los oficios en el templo más cercano a su domicilio, le suplico dejar conectada la alarma, suelto el chucho y hambriento, por aquello de los temblores y para que le dé una buena tarascada al ladrón. No lo tome como advertencia temeraria, ni difamación a las autoridades, es sólo una precaución.
Pero si su devoción sigue siendo acendrada para presenciar las lindas procesiones, le recomiendo que guarde en el lugar más recóndito que le sea posible su teléfono celular, no porte el llamativo reloj que le regalaron sus hijos para Navidad, mucho menos lleve un fajo de pisto en el bolsillo o la tarjeta PREPAGO del TRANSURBANO que tanto le costó adquirir. Créame, no estoy exagerando, la situación está tan peliaguda en nuestro país que no sólo andamos a la cola por la mala calidad de educación que reciben nuestros hijos, sino que ganamos la medalla olímpica en cuanto a delincuencia. En Guatemala sólo porque lleva sus fichas de a quetzal para subirse al TRANSMETRO sin llenar tanto papeleo, los delincuentes son capaces de volarle el pescuezo sin ningún miramiento. Vayan entonces para usted y familia mis fervientes deseos porque Dios Nuestro Señor los cuide y los proteja en Semana Santa.