Unos 200 millones de personas en todo el mundo podrían verse obligadas a abandonar sus hogares debido a factores climáticos en 2050, según los expertos, y sin embargo la cuestión sigue siendo ignorada en las negociaciones internacionales sobre el calentamiento global.
Estos desplazamientos masivos de población estarán motivados por el alza del nivel de mar, las sequías, las inundaciones, la inseguridad alimentaria, la falta de agua o el desgaste del suelo.
«Actualmente, la noción de refugiado se aplica a las personas perseguidas o víctimas de violencia; no existe ninguna obligación de acoger a los que huyen de la pobreza. En el futuro ¿quién se hará cargo de toda esta miseria?», se pregunta Jean-Franí§ois Durieux, responsable de cambio climático del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en vísperas de la conferencia de Copenhague.
«El desplazamiento de poblaciones es el hijo olvidado: no se habla de él en las negociaciones internacionales a pesar de que se trata de una problemática prioritaria», lamenta.
El ACNUR cuenta actualmente 26 millones de desplazados y 12 millones de refugiados en el mundo. En cuanto a los inmigrantes climáticos, las estimaciones van de 50 millones a 1.000 millones de personas en 2050 según el Fondo de Naciones Unidas para la Población (FNUAP).
Pero la estimación más frecuente gira en torno a 200 millones, obligados a dejar sus tierras por «una degradación insidiosa del medio ambiente», que hará su retorno imposible.
Estas migraciones masivas afectarán principalmente a las zonas costeras en desarrollo, a los grandes deltas, a las islas pequeñas y al Africa subsahariana.
«Se está hablando ahora de un alza de dos metros del nivel de los océanos en 2100», explica Stephane Hallegatte, experto de la agencia meteorológica francesa, recordando que el 60% de las 39 mayores ciudades del mundo se concentran en las costas.
«Los países en vías de desarrollo no podrán hacer frente a esta carga adicional: los migrantes incrementarán la presión demográfica en zonas ya afectadas por las penurias», considera Franí§ois Gemmene, del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales.
«Las opciones son dejar a los gobiernos gestionar el problema según sus propios medios o intentar coordinarlo a nivel internacional», explica por su parte Alexander de Sheribinin, de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Para él, «extender la actual convención de la ONU sobre los refugiados puede sobre todo diluir su eficacia».
«La mayoría de los desplazados se quedará en el interior de las fronteras nacionales y habrá que definir las mejores prácticas posibles para su reinstalación. En cuando a los refugiados, se dirigirán de forma aplastante al país vecino, como los afganos a Pakistán, es decir otro país en vías de desarrollo», precisa.
«No creo que estos Estados deseen tener una nueva categoría de inmigrantes bajo protección internacional», agrega.
También Durieux advierte: «si se intenta promover una obligación de acogida a largo plazo, no se logrará nada. Sería además necesario asegurar su respeto y poder establecer claramente un vínculo con causas climáticas».
Los Estados son «reticentes, incluso hostiles» a abrir esta discusión, considera el experto.