Cuba va hacia reforma económica sin «retroceso» ni capitalismo


Raúl Castro (I), presidente cubano, durante la votación sobre las reformas económicas. FOTO LA HORA: AFP Adalberto ROQUE

El presidente de Cuba, Raúl Castro, aseguró que sus reformas económicas no tienen «retroceso», porque está en juego «la vida de la revolución», y rechazó tenazmente las crí­ticas de los adversarios que las califican de «cosméticas» o «capitalistas».


«Los errores que hemos cometido no pueden volver a suceder, se está jugando la vida de la revolución», dijo el mandatario, en un inusual extenso discurso con el que clausuró cuatro dí­as de debates en el Parlamento.

Raúl Castro aseguró que «la actualización del modelo económico» es criticada por los adversarios de la revolución, que califican de «cosméticos» los cambios y critican que los mismos llevan al paí­s hacia el capitalismo.

«Nadie debe llamarse a engaño (…) la planificación y no el libre mercado será el rasgo distintivo de la economí­a (…) no se permitirá la concentración de la propiedad», manifestó.

Su plan, debatido en el Parlamento, incluye una mayor apertura al capital extranjero, el recorte de más de un millón de empleos estatales en los próximos años -500.000 antes de abril-, la apertura de licencias en unos 178 oficios para absorber a la mayor parte de despedidos, la eliminación de subsidios, la autonomí­a de la gestión empresarial.

Las reformas, que serán avaladas en el VI Congreso del Partido Comunista (PCC) en abril, «están dirigidos a perfeccionar el socialismo, fortalecerlo y hacerlo verdaderamente inamovible», manifestó.

Los enemigos de la revolución «a veces dan la impresión de que sus deseos í­ntimos le impiden ver la realidad (…). Es mucha la sangre derramada por nuestro pueblo para desmontar ahora lo logrado al precio de tanto sacrificio», subrayó.

El presidente, de 79 años, reiteró que fue electo para defender el socialismo y que la generación histórica que encabeza, junto a su hermano Fidel Castro -cinco años mayor-, tiene el deber de salvar la revolución.

«El tiempo que nos queda es corto, la tarea gigantesca. Estamos en la obligación de aprovechar el peso de la autoridad moral que tenemos para dejar el rumbo trazado», estimó Raúl Castro, al mando de Cuba desde que enfermó en 2006 su hermano Fidel.

Durante el discurso, golpeó varias veces la mesa, exigió a los dirigentes veracidad en sus informaciones, «desterrar la mentira en la información oficial» y respetar el presupuesto y el plan de la economí­a.

«El plan y el presupuesto son sagrados y se elaboran para ser cumplidos», subrayó el presidente, que se definió enemigo del «secretismo».

Asimismo dijo que las limitaciones de pago que tuvieron desde 2008 los bancos cubanos con el exterior, en 2011 serán suprimidas y agradeció a los acreedores de Cuba la confianza y posibilidad que hubo de renegociar parte de la deuda en 2010.

PERCEPCIí“N Con reservas


Puestos en la encrucijada de «corregir» errores o «hundirse», algunos cubanos ven con escepticismo la aplicación de las reformas económicas propuestas por el presidente Raúl Castro, pues no es la primera vez en 50 años que son convocados a procesos de «rectificación».

«Cuando está en el papel es muy bonita la cosa, y cada cual la implanta a su forma, hay que esperar, cuando empiece a apretar las tuercas de verdad, entonces la cosa sí­ va en serio», dijo a la AFP Reynaldo González, un plomero de 52 años, que escuchó el discurso del mandatario por la televisión la noche del sábado.

Al clausurar la sesión parlamentaria anual el sábado, Raúl Castro sentenció: «o rectificamos o ya se acaba el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos (…) el esfuerzo de generaciones enteras».

El presidente defendió con tenacidad su programa de reformas, pidió «cambiar la mentalidad de los cuadros (dirigentes comunistas) y de todos los compatriotas al encarar el nuevo escenario que comienza a delinearse».

Esas reformas, incluyen una mayor apertura al capital extranjero, el recorte de más de un millón de empleos estatales en los próximos años -500.000 antes de abril-, la apertura de licencias en unos 178 oficios para absorber a la mayor parte de despedidos, la eliminación de subsidios, la autonomí­a de la gestión empresarial.

Se estima que en los próximos cinco años se incorporarán 1,8 millones de personas al sector no estatal -pequeños negocios privados y cooperativas- por lo que un 50% de los cinco millones de trabajadores cubanos no tendrá como patrón al Estado en 2015.

Desde inicios de diciembre, la población discute esas propuestas en centros laborales, de estudios y reuniones de vecinos, para lograr un «consenso nacional».

«Aunque la situación económica es difí­cil, el modelo está hecho con los pies en la tierra, pero exige que todo el mundo cambie la mentalidad, los dirigentes y el pueblo», dijo Graciela Pérez, una técnica en economí­a de 45 años, a la salida de un hospital.

Raúl Castro fustigó a la «burocracia» estatal su temor a que se publiquen las realidades que ocurren en el paí­s, en referencia al freno que aplican a los cambios propuestos.

Poco antes de que el lí­der soviético Mijail Gorbachov anunciara su Perestroika en la ahora desaparecida Unión Soviética, los cubanos fueron convocados en 1985 por Fidel Castro al llamado «Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas», que tras algunas medidas iniciales, se diluyó en consignas.

Casi todos los problemas detectados entonces quedaron como asignaturas pendientes y las tí­midas reformas de apertura de los años 90, aplicadas para encarar la crisis por la caí­da del bloque soviético, dieron marcha atrás en un proceso de recentralización en 2004.

«Nos faltó cohesión, organización y coordinación entre el Partido (Comunista de Cuba, único) y el Gobierno (…) no fuimos suficientemente exigentes ante las violaciones (…) demoramos en rectificar decisiones que no tuvieron el efecto esperado», opinó Raúl Castro.

«Los cambios son posibles, hay que hacerlos por necesidad, serán duros, muy duros, no queda otro remedio», dijo Ramón Jiménez, un desempleado de 53 años que busca trabajo.

Marí­a Pérez, jubilada de 60 años dijo que «Raúl no anduvo pasando la mano, fue muy enérgico, hay una esperanza, pero esto se arregla o se hunde de una vez».

«Bueno, la cosa es de rectificación o muerte, pero aún así­ no es la primera vez que estamos ante una situación grave; se anuncian cambios y después todo sigue igual, usted sabe como es este paí­s», dijo a su vez Javier Rodrí­guez, un oficinista de 68 años.

Aunque parte del programa ya está en aplicación, el VI Congreso del PCC deberá aprobarlo en abril y comenzará su instauración gradual.