Cuba necesita reformas


Cuba se interna en territorio económico desconocido con el fin de la era de Fidel Castro, y muchos analistas piensan que el nuevo liderazgo conducirá a la nación caribeña a reformas hacia una economí­a de mercado al estilo de China.


No es claro todaví­a quién tomará el poder esta semana, pero el hermano de Fidel, Raúl Castro, que lo remplaza temporariamente desde 2006, es visto como favorable a flexibilizar los controles económicos, habiendo dirigido desde las fuerzas armadas el desarrollo turí­stico.

Pero en 19 meses gobernando Cuba, Raúl Castro no ha emprendido reformas mayores.

«Ahora Raúl Castro podrá encarar su proyecto de reforma con mayor capacidad, firmeza y confianza. Ha hablado de ello personalmente y creo que será capaz de comenzar estas importantes reformas», dijo la ministra española para Latinoamérica Trinidad Jiménez ayer en Madrid.

Kirby Jones, que dirige la Asociación de Comercio EEUU-Cuba y se ha reunido con ambos hermanos Castro, dijo que cuando comience la transición del reinado de Fidel Castro habrá presión en favor de las reformas.

Como ministro de Defensa, Raúl estuvo «en la vanguardia de los emprendimientos y (las fuerzas armadas cubanas) el compromiso con la industria turí­stica», dijo Jones.

«Parece haber una comprensión por parte de Raúl de que las cosas no pueden ser controladas centralmente como probablemente lo fueron antes, de que las economí­as dirigidas, o centralmente controladas, hoy no funcionan».

A corto plazo, Estados Unidos, geográficamente cercano al mercado cubano de 11 millones de consumidores, tiene las manos atadas para involucrarse en la economí­a del único paí­s comunista de América.

Desde hace cuatro décadas, Washington mantiene un embargo comercial contra La Habana, y desde 1996, la ley estadounidense prohí­be a Washington hablar con un lí­der cubano que no haya sido electo libremente.

El embargo y los obstinados controles de La Habana, dejaron a Cuba perpetuamente hambrienta de efectivo. Recibe apoyo clave bajo la forma de petróleo a precio especial de Venezuela, divisas generadas por el turismo y remesas enviadas por los cubanos del exterior.

Crecientemente estrecha los lazos comerciales con China, e intenta canalizar inversiones para su sector petrolero de India, Europa y también de Pekí­n.

Algunos analistas creen que Raúl Castro, si se mantiene al mando de Cuba, podrí­a dar luz verde al modelo chino de liberalización económica, que implica el mantenimiento de un firme control polí­tico por parte del Partido Comunista, al tiempo que permite una flexibilización y desarrollo del comercio a nivel estatal y privado.

«Quienes lo conocen creen que (Raúl) es un pragmático y que será más favorable a reformas orientadas hacia el mercado que Fidel», dijo Carmel Mesa-Lago, experto en Cuba y profesor de economí­a en la universidad de Pittsburgh.

«Probablemente China será el modelo para él. Creo que es probable, porque el partido tiene el control polí­tico pero la economí­a tiene un crecimiento fenomenal», agregó Mesa-Lago.

Si eso sucede, dijo Mesa-Lago, «las eventuales negociaciones podrí­an ser más fáciles» entre Estados Unidos y Cuba.

«Para los inversores estadounidenses, ello serí­a la señal de que Cuba está lista para hacer negocios».

Mesa-Lago cree que probablemente habrí­a interés estadounidense en invertir en la industria petrolera cubana, el turismo, servicios técnicos y en minas de ní­quel.

«Cuba era y podrí­a ser nuevamente un importante proveedor de frutas y vegetales para Estados Unidos en invierno», agregó.

Sin embargo a corto plazo, no se debe sobreestimar la posibilidad de un cambio rápido.

Los nuevos cuadros jóvenes del Partido Comunista han sido colocados en muchos puestos clave en agencias gubernamentales en Cuba y podrí­an resistir el cambio, afirmó.

Los inversores extranjeros ya involucrados en industrias cubanas, como el turismo, agricultura y minerí­a también pueden impedir las reformas para proteger sus propios intereses.

«Hay una interdependencia, por lo que en términos de cambios cataclí­smicos en la economí­a, yo no los esperarí­a», advirtió Jones.