Cuba después de Fidel


En Miami dí­a a dí­a se realiza la cuenta regresiva para la esperada hora final del presidente de Cuba, Fidel Castro. Cables de agencias internacionales y diagnósticos médicos casi inventados invaden diariamente los medios de comunicación para alegrar a los detractores del lí­der revolucionario.

Ricardo Marroquí­n

El tema central aborda el futuro de la isla caribeña luego del desaparecimiento fí­sico de Castro. Algunos analistas confí­an en la fortaleza de la Revolución, otros miran una apertura al sistema capitalista y hay quienes añoran el tiempo de Fulgencio Batista.

El sociólogo y analista Francisco Beltranena indicó que el movimiento cubano se consolidó como el modelo más largo y totalitario de América. «Indudablemente la Revolución cubana concluirá con el final biológico de Fidel Castro», dijo.

Para el politicólogo y analista internacional Jorge Fuentes, en Cuba existe la suficiente conciencia de que los errores colectivos de la población serán los únicos que harán caer a la Revolución, y no el fallecimiento de Fidel. Fuentes aseguró que el estado de salud de Castro es una prueba más del movimiento socialista, pero no el final.

Según el analista internacional, Cuba ya jugó su papel en la historia de América Latina. «La Revolución cubana es un referente y un ejemplo, a pesar del apoyo que dio a grupos guerrilleros de la región», indicó Fuentes, quien agregó que tanto Venezuela como Brasil podrí­an ser los nuevos referentes para la polí­tica latinoamericana y para los movimientos revolucionarios.

Por su parte, Francisco Beltranena afirmó que los movimientos de izquierda en Latinoamérica «utilizan como argumento la Revolución cubana para satisfacerse polí­ticamente ante sus electorados». Beltranena agregó que la implementación de la Revolución Bolivariana impulsada por Hugo Chávez en Venezuela no eliminará el sistema actual que ha sido rentable para el paí­s.

Un largo perí­odo

La estadí­a de Fidel Castro en la silla presidencial cubana por más de cuatro décadas es uno de los principales señalamientos de los opositores. Jorge Fuentes también se refirió al tema. «Fidel es un lí­der y una Revolución debe ser liderada y autoritaria porque recibe una oposición muy fuerte», aseguró.

«No hay que llorar anticipadamente. Se tiene que entender que todo lí­der desaparece. Sin embargo el pueblo cubano aprenderá a seguir una dirección colectiva y no dependiente de figuras. Esa dirección debe tener plena conciencia de las exigencias del mundo moderno», finalizó el analista.

Versiones contradictorias sobre salud de Fidel

En algún lugar de La Habana, Fidel Castro libra la batalla por su salud, rodeado de médicos incondicionales y de un riguroso secreto que alimentó esta semana desde fuera de Cuba las versiones contradictorias sobre su condición y la incertidumbre por el futuro de la isla.

El estado de la salud de Castro, de 80 años, declarada oficialmente como un «secreto de Estado», generó informaciones cruzadas en España que incluyen la versión sobre su agravamiento, ignorada tanto por el Gobierno como por los medios de comunicación estatales en la isla.

«Todo lo que se diga es pura especulación. Lo cierto es que en Cuba se alimenta la difusión de rumores, mientras que fuera del paí­s la incertidumbre es por lo que ocurrirá después», dijo a la AFP un diplomático latinoamericano.

Ante la falta de reportes oficiales, cualquier detalle sobre la salud de Castro se difunde en la isla boca a boca (o «radio bemba» como lo llaman los cubanos) que retoman los informes que se conocen a través de la «antena» (los canales internacionales captados ilegalmente), las llamadas de familiares en el exterior o de quienes pueden acceder a internet.

El diario español El Paí­s aseguró en dos oportunidades esta semana que el estado de Castro es «muy grave» y que se habrí­a complicado por su propia participación en las decisiones sobre el tipo de intervención que debí­a realizarse.

Según fuentes del hospital madrileño Gregorio Marañón citadas por el periódico, Castro tuvo que hacer frente a tres operaciones quirúrgicas y otras tantas anestesias generales, una peritonitis, la ablación del colon y complicaciones a nivel de la vesí­cula.

Pero el médico español José Luis Garcí­a Sabrido, quien dirige el servicio de cirugí­a de ese hospital y que en diciembre ?tras visitar a Castro? negó que este tuviese cáncer o una enfermedad terminal, salió al paso de la versión y aseguró que incluso existe una «mejorí­a progresiva» en la situación del lí­der cubano.

«La única parte verdadera en la información de prensa es el nombre del paciente, que ha sido operado, y que tuvo complicaciones. El resto son rumores» aseguró Garcí­a Sabrido.

Al mismo tiempo el presidente venezolano Hugo Chávez salió al paso de las informaciones sobre una gravedad de Castro. «Hace como diez dí­as me llamó y hablamos como media hora», relató en un discurso la noche del miércoles.

Ninguna de esas versiones provenientes del exterior es difundida por los medios cubanos, ni se hacen comentarios sobre ellas, como ha sido polí­tica de La Habana, particularmente desde que las dolencias obligaron a Castro a ceder el poder el pasado 31 de julio a su hermano Raúl.

«Hay muchos cuentos circulando, unos dicen que no aparece porque por el tratamiento ya no tiene barba», dice Jorge Torres, un turista guatemalteco, mientras camina por el paseo de El Prado, recogiendo uno de los muchos rumores callejeros.

Entre tanto, las autoridades cubanas mantienen el ritmo de sus actividades habituales y la imagen de Fidel sigue omnipresente en las calles.

«La defensa de la revolución está en manos del pueblo y en especial de su nueva generación» aseguró Juan José Rabilero, coordinador nacional de los CDR (Comités de Defensa de la Revolución), durante una reciente reunión plenaria de responsables de esos organismos en provincias y municipios de Cuba y citado por el diario oficial Granma ayer viernes.

El propio Fidel Castro, en un mensaje de Año Nuevo difundido en diciembre ?el último que ha emitido?, fue quien se encargó de calificar su recuperación como «un proceso prolongado», pero que «está lejos de ser una batalla perdida».

Pero su avanzada edad y las complicaciones que es previsible anticipar de su prolongada ausencia pública, hacen pensar que su regreso es cada vez menos probable.

«Hay muchos detalles de la forma como se ha actuado en los últimos meses que muestran una sutil adecuación» a esta nueva realidad de una Cuba sin Castro, señala el diplomático consultado en La Habana.

Una Cuba sin Fidel

Innumerables veces ha circulado el rumor de que Castro habí­a muerto; pero este año, al llegar a los 80, las voces se multiplican en la misma pregunta: ¿Qué va a pasar en Cuba después de su muerte?

Aunque el análisis es inexistente en los medios de prensa de la isla, portavoces del Gobierno, expertos internacionales, así­ como intelectuales y académicos cubanos ?estos por Internet? debaten sobre el tema.

Sin cruzarse de brazos, el gobierno de George W. Bush tiene listo un plan para acelerar la transición polí­tica y el retorno del capitalismo en la Cuba post Castro, y aumentó la ayuda financiera para la oposición cubana.

Por mucho tiempo, la salud de Castro fue un tabú hasta que sufrió un leve desmayo en junio de 2001 en un acto en La Habana. Tres años después, el 20 de octubre de 2004, sufrió una caí­da que le fracturó la rodilla izquierda y el brazo derecho.

El hombre de hierro, impetuoso e incansable, era mortal.

Un futuro sin Fidel quedó sobre la mesa. Raúl Castro, cinco años menor, es clave para garantizar la continuidad de la revolución, si no fallece antes que su hermano.

Sin el carisma de Fidel, Raúl podrí­a no aportar el protagonismo que tiene su hermano desde hace medio siglo; pero es la cabeza de los generales y de los comandantes históricos, que jugarí­an un papel decisivo en la Cuba tras una muerte del lí­der.

La revolución inició una renovación y en el entorno destacan hombres más jóvenes que la generación histórica del asalto al Moncada o de la lucha en la Sierra Maestra. Es un puñado, sin embargo, ante la apabullante personalidad del gobernante.

«El Comandante en Jefe de la revolución cubana es uno solo y únicamente el PCC (…) puede ser el digno heredero», sentenció en junio Raúl ante mandos militares.

Para Frank Mora, experto en asuntos militares cubanos del Colegio Nacional de Guerra en Washington, «el estilo de movilización popular de Fidel enfatiza su autoridad carismática, pero el futuro gobierno no puede hacer lo mismo, de ahí­ la necesidad de construir e incluso legitimar organizaciones polí­ticas como el partido».

Sucesión o transición, o ambas cosas al tiempo. Los analistas señalan, con algunos matices, que en el futuro de Cuba será crucial la decisión de una reforma o continuidad del actual modelo económico, donde el Estado es el único dueño.

«Serí­a interesante ver cómo reacciona Raúl cuando se vea libre de la influencia que ha ejercido su hermano durante casi 50 años. Controla las Fuerzas Armadas, los servicios de seguridad y una gran parte de la economí­a», sostiene Brian Latell, ex analista de la CIA.

A Raúl, bajo cuyo mando las Fuerzas Amadas tomaron control de sectores claves de la economí­a como el turismo, se le atribuye un mayor pragmatismo que favorecerí­a el modelo polí­tico-económico chino.

Sin embargo, nada se habla de un programa económico diferente a la economí­a estatal centralizada con fuerte incidencia polí­tica que prefiere Fidel. El Sexto Congreso del Partido, que debe trazar lineamientos para el próximo quinquenio, tiene unos tres años de atraso.

Quien parece entonces tener la clave es el mismo Fidel, que ha monopolizado siempre la toma de decisiones y el manejo de las crisis, incluso esta, la mayor de sus batallas, que libra para salvar a la revolución de sí­ mismo.

«De eso me preocupé desde el primer año (1959)», dijo en Córdoba sobre su eventual muerte.

Pero cuando corra la noticia como pólvora, después de que Miami y Washington estallen en júbilo, con una maquinaria polí­tica y militar puesta a punto para asumir el control de la situación y una oposición interna atomizada, todo el mundo va a volver la mirada hacia la isla para conocer cuál es la reacción del pueblo cubano.