Cuba: Azúcar empieza a recuperarse


eco_1

Hace dos años, la industria azucarera cubana tocó fondo. No solo enfrentó la peor zafra en un siglo, sino que la prensa oficial puso el grito en el cielo contra la ineficiencia de esta industria, el ministro del ramo fue despedido, y sus empleados calificados buscaron oportunidades en otros sectores.

Por ANDREA RODRÍGUEZ JARONU / Agencia AP

Ahora, la antigua reina de la economía cubana empieza a dar señales de vida en medio de un fuerte aumento de los precios en el mercado mundial y lejos parecen haber quedado aquellos días de la drástica reorganización iniciada en 2002 que amenazó con desactivar al Central Brasil –en la provincia de Camaguey–, sometido a una remodelación capital para a moler nuevamente.

«Nunca vi llegar tantos recursos financieros como ahora», dijo la ingeniera Alodia Campo, de 54 años, entre los pocos empleados que quedaron trabajando allí y recuerda los tiempos de gloria del «Brasil».

La inversión en el «Brasil», de más de 6 millones de dólares, le permitirá modernizar por completo su infraestructura, la mayoría de la cual estaba como la dejaron sus fundadores estadounidenses en 1921.

Para los expertos y para las autoridades, está claro que esta industria ya no es el motor de la economía cubana, pero los aumentos del precio del azúcar en el mercado mundial los tiene animados.

Además, con la desaparición del Ministerio del Azúcar y el reemplazo de este por una empresa con un presupuesto autónomo piensan que se podría lograr el milagro de la eficiencia.

El azúcar, que llegó a representar el 80% de las exportaciones antes de que se agriaran las relaciones con Estados Unidos en la década de 1960, es parte de la cultura popular de la isla. La emblemática cantante Celia Cruz era célebre por sus gritos de «¡Azuca!» en medio de sus canciones.

«La industria azucarera cubana está ligada a la cultura, a la historia, a la identidad de este país. El futuro de Cuba no será de caña, pero tendrá que contar con la caña y el azúcar», comentó a la AP, Liobel Pérez, vocero de la flamante corporación AZCUBA, la empresa semiautónoma que reemplazó al Ministerio del Azúcar.

La desaparición del otrora poderoso ministerio por AZCOBA en 2011 fue el paso más reciente de la reorganización que se profundizó con el programa lanzado por el presidente Raúl Castro para modernizar el sistema cubano en su totalidad.

No solo la ingeniera Campo y su comunidad sintieron el impacto en 2002, cuando se anunció la reestructuración bajo el argumento de que los precios mundiales bajos del dulce se combinaban con el incremento en la factura petrolera: un centenar de los 156 ingenios existentes en Cuba se desactivaron y 1,2 millones de hectáreas de tierra cañera se entregaron para otras funciones.

Aun así los 56 restantes que se suponía eran eficientes o rescatables no permanecieron moliendo todos —una zafra llegó a contar solo con 39 plantas— y algunos como el «Brasil» estuvieron en la cuerda floja.

Mientras, la curva de producción fue en descenso desde las 3,4 millones de toneladas de azúcar el año previo a la reestructuración, a los 2,2 millones de toneladas en el parteaguas del 2003 y 1,1 millones en 2010.

En 2011 y 2012 comenzó el repunte (un 7% y 16% respectivamente) y las autoridades aseguran es el preanuncio de tiempos mejores.

Wilson Morell, vicepresidente de AZCUBA insistió en que la reforma de 2002 fue acertada. «Creo que lo que se hizo fue correcto, aunque, sí, fue traumático», consideró.

En ese año, explicó Morell, se llegó a pagar en el mercado mundial 6 centavos la libra de azúcar, o sea unos 200 dólares la tonelada. Sin embargo en 2012 el precio estuvo sobre los 20 centavos la libra que son unos 460 dólares por tonelada.

Cuba llegó en el siglo pasado a obtener el 80% de sus ingresos por la exportación de azúcar y era considerado uno de los principales productores mundial de esta, principalmente por su cercanía al enorme mercado estadounidense. Sin contar que fue fuente de la riqueza de sus clases poderosas y empleo para muchos cubanos.

Ahora para la «reanimación» se introdujeron cambios productivos como la mejora en el precio pagado por la caña a los campesinos; se entregó tierras en usufructo a productores privados y se aprobó un esquema de financiamiento por el cual AZCUBA se queda con el 65% de sus ingresos con el objetivo reinvertirlos sin tener que pedir permiso a otras entidades estatales como hacía antes.

Precisamente esto fue lo que permitió la inyección de capital en el «Brasil».

«Los bajos precios del azúcar y los altos precios del combustible fueron factores importantes en la política de desactivar centrales pero no invalidan lo fundamental que es la responsabilidad gubernamental por la mala gestión administrativa», explicó a la AP el economista Arturo López-Levy de la Universidad de Denver.

Para Lopez-Levy, cuyo padre era un ingeniero ligado a la producción de azúcar, la crisis se arrastró por décadas pero la ayuda soviética tapaba los baches, cuando esta desapareció emergió la dura realidad que estalló en 2002.

Aunque considera positivas las nuevas medidas como el «aumento de la autonomía» que le permitirá al sector contar con el 65% de sus ingresos para recapitalizarse premiando a los centrales exitosos sin tener que arrastrar a los ineficientes, Lopez-Levy prefiere tener un optimismo controlado.

«Después de tantos desastres una cuota de escepticismo es realista», dijo el economista nacido en Cuba.

Ahora la apuesta de las autoridades es llegar con estos 56 centrales a los 4 millones de toneladas, explicó el funcionario Morell.

Un volumen que representaría el 50% de los 8 millones que se produjo con 156 centrales, explicó Morell para quien los precios en el mercado mundial justifican la apuesta.

Temas como la disposición de caña, el riego, la necesidad de insumos en tiempo para echar a andar la molienda y la calidad del azúcar son asuntos a resolver paulatinamente, reconocieron las autoridades.

Otra interrogante es cómo se manejarán las inversiones extranjeras en el sector, por ahora inexistente pero que podrían acompañar el desarrollo de este, aunque los funcionarios indicaron que la industria como tal permanecerá en bajo gestión mayoritariamente estatal.

Tanto Morell como Pérez informaron que están en fase de firma convenios con una empresa inglesa que invertirá en una planta bioeléctrica para un central y se estudian otros ingresos de capital foráneo.

Según expertos internacionales para el 2020 el consumo de azúcar alcanzará los 28 millones de toneladas y aunque lejos de estar entre los primeros productores como antaño, Cuba piensa no perderse parte de este dulce botín.

«El país está mirando hacia una economía diversificada, que no va a depender solo de la caña, sino que está apostando por otros sectores», explico el vocero Pérez. «Pero no queda duda de que la agroindustria va a jugar un papel importante dentro de ese nuevo escenario que el país está construyendo», agregó.