Gobierno y pueblo cubanos aguardan la votación de mañana martes en la Asamblea General de Naciones Unidas sobre el bloqueo que Estados Unidos mantiene contra Cuba, con la certeza de que será otra victoria moral y política ante el cerco impuesto hace casi medio siglo.
De acuerdo con similares votaciones de años anteriores, se espera que la inmensa mayoría de los países miembros de la ONU apoyará una resolución referida a la necesidad de poner fin a esa política norteamericana que gran parte del orbe considera ilegal, bélica y genocida.
Recientemente, el ministro cubano de Relaciones exteriores, Felipe Pérez Roque, calificó a ese bloqueo económico, comercial y financiero como la política más irracional impuesta por más tiempo a nación alguna en todo el mundo.
«Derrotaremos el bloqueo, llegará el día en que esa enorme madeja de leyes, restricciones y prohibiciones sea desmantelada, y Cuba tendrá la paciencia y capacidad de resistencia necesarias para lograrlo sin menoscabo de su soberanía, independencia e identidad nacional, sin concesión alguna de sus principios», enfatizó.
El informe presentado esta vez por La Habana a la ONU, sobre el impacto negativo del bloqueo, recuerda que las pérdidas ocasionadas a la nación antillana por esa política ya superan los 89.000 millones de dólares. Esa medida unilateral de Estados Unidos, que tiene incluso carácter extraterritorial -pues amenaza a terceros países que comercien con Cuba- ha sido condenada durante 13 años consecutivos en la ONU.
En 1992, cuando por primera vez la Asamblea General votó un documento sobre el tema, 59 países respaldaron la demanda cubana del cese del bloqueo, tres se opusieron y 71 se abstuvieron.
Desde entonces, los proyectos de resolución elaborados por Cuba fueron aprobados de manera abrumadora y creciente por los países miembros de la ONU.
El año pasado año, la votación de un documento similar, que sólo tiene carácter recomendatorio, fue de 183 a favor, cuatro en contra (EEUU, Israel, Islas Marshall y Palau) y una abstención (Micronesia).
El bloqueo, iniciado poco después del triunfo de la Revolución encabezada por Fidel Castro (1959), fue establecido oficialmente en 1962, y recrudecido después con las leyes Torricelli (1992) y Helms- Burton (1996), y es considerado aquí como una medida de fuerza y una guerra económica.
La política punitiva de Washington establece que una empresa de un tercer país no puede vender a la isla ningún producto o equipo si tiene más de 10 por ciento de componentes estadounidenses -y esto incluye los medicamentos para niños- ni puede vender a Estados Unidos algo que contenga materia prima cubana.
Este cerco impide las relaciones humanas en todas las esferas entre los pueblos de Cuba y EEUU, con la negativa de visado en muchas ocasiones a delegados de la isla a citas deportivas, culturales, científicas o de otra índole en territorio norteamericano. También prohíbe a ciudadanos o residentes en EEUU viajar a la isla, con lo cual se afectan las relaciones familiares, así como el turismo en ambas direcciones, ya que los vacacionistas norteños no pueden disfrutar de las bondades del turismo sano, ecológico, seguro y económico que ofrece la mayor de las Antillas. De igual modo, los empresarios cubanos no están autorizados a utilizar el dólar en las transacciones internacionales, ni tienen acceso a organismos financieros y crediticios como los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo. Para el gobierno cubano, el objetivo del bloqueo económico, comercial y financiero es causar «hambre, desesperación y sufrimiento al pueblo» en aras de provocar una desestabilización interna y descontento que lleven al derrocamiento del sistema socialista del país.
En varias ocasiones, el gobierno cubano ha reiterado su disposición a sostener con EEUU un diálogo que respete su soberanía y derechos, siempre recordando que no cederá en sus principios y que la isla seguirá resistiendo.
La Habana rechaza el término «embargo», por considerar que la isla «no le debe nada a EEUU», y asegura que es más bien un cerco ilegal y genocida que ha afectado todas las esferas de la vida en la nación antillana.
Sobre la base de éstos y otros temas se realizará mañana la votación en la Asamblea general de la ONU, donde Cuba espera un contundente triunfo «de la justicia y la verdad», con una cifra creciente de votos en apoyo a la isla.