Cuatro mujeres para leer


Una mujer vestida como

Flora Tristán, Mary Read, Lisbeth Salander y Fátima Hal tienen poco que ver entre ellas, nunca se conocieron ni podrí­an haberlo hecho jamás, pero tienen algo en común: son protagonistas de cuatro libros, traducidos al español, de gran éxito de crí­tica y de venta.


Cuatro mujeres, de fuerte personalidad, que viven historias que deleitan a los lectores exigentes para soñarlas, imaginarlas o intentar seguirlas en sus ricos pero complicados senderos de vida.

«Precursora de los ideales más altos y nobles», como dijo de ella Karl Marx, Flora Tristán reaparece reeditada en español (Global Rhythm) con «Paseos por Londres», un libro sobre el Londres de la pobreza y la explotación, donde la autora muestra la cara oculta de la primera nación industrial moderna.

En la presentación de Tristán (1803-1844), el peruano Mario Vargas Llosa hace una descripción conmovedora de su vida: hija bastarda de un noble peruano y una plebeya francesa, que «vivió una primera infancia de esplendor aristocrático hasta que la muerte del padre en 1808 sumió a la ilí­cita familia en la miseria».

De su casamiento con el dueño del taller de litografí­a donde trabaja, nacerán tres hijos, entre ellos Aline Marie, futura madre del pintor Paul Gauguin.

Tras abandonar el hogar con sus hijos, Flora viaja a Arequipa y reclama su herencia, pero tras ocho eses vuelve con los bolsillos vací­os y «una singular experiencia después plasmada en «Peregrinaciones de una paria», libro que le abrirá las puertas de los exquisitos (y entonces muy románticos) salones parisinos», explicó Vargas Llosa.

Mary Read, protagonista de «Lady Pirata», un libro escrito por la francesa Mireille Calmel (Martí­nez Roca), tiene un comienzo de vida parecido al de Flora Tristán, aunque mucho más duro.

Para poder recibir una buena educación, Mary Read pasa su infancia disfrazada de chico y luego, prisionera del encanto del capitán Claude de Forbí­n, descubre la embriaguez de las batallas marí­timas y de las amorosas, pero su condición femenina le impide permanecer en el barco y sus aventuras continúan en la corte francesa de Saint Germain en Laye, plena de complots e intrigas palaciegas.

Un libro muy bien escrito, muy ameno y con un ritmo que atrapa al lector desde las primeras lí­neas hasta las últimas.

En cambio, Lisbeth Salander es, según Stieg Larsson –autor sueco de la novela de mayor éxito en la actualidad «Los hombres que no amaban a las mujeres» (Destino)– «una sociópata con rasgos psicopáticos y no funciona como la gente normal».

Pero, como las otras heroí­nas, Salander hace soñar a los lectores. Es la investigadora de los asesinatos y tramas que animan a esta obra tan bien escrita, parte de una trilogí­a («La Chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina» y «La reina en el palacio de las corrientes de aire») que el autor nunca vio publicada porque falleció en 2004, poco antes que apareciera el primer volumen.

Más pací­fica, Fátima Hal, filóloga árabe y etnóloga del Maghreb, cocinera y propietaria del restaurante Mansouria en Parí­s, publicó en RBA «La gran cocina marroquí­», una recopilación de 500 recetas desde los orí­genes a la actualidad; una obra donde vuelca todos los conocimientos resultantes de su viaje por todo Marruecos consultando recetas seculares entre las «dadas» a quienes dedica el libro.

«A las dadas que se han librado de la esclavitud gracias a su talento como cocineras», dedica Hal, recordando que los notables (fassis) elegí­an una dada como cuarta esposa y que esa esclava se convertí­a a la vez en criada, concubina, cocinera y madre nodriza del hogar.

«Nuestra cocina, ya sea bereber, arabomusulmana o judí­a, es ante todo una historia de mujeres, aunque, curiosamente, fueron los hombres del siglo VII los que la escribieron», advirtió.