Cuatro grandes problemas que afectan al pueblo


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En el seno de la sociedad guatemalteca hay incertidumbre respecto a la actualidad que estamos viviendo a causa de los asaltos con ocasión de extorsiones; a causa de los relajos sociales; a causa de la corrupción que virtualmente se ha generalizado, y a causa, también, de la politiquería que campea para infortunio de la población.

Marco Tulio Trejo Paiz


La culpa de ese malestar en el país puede ser atribuible a los gobiernos que hemos tenido a partir de las últimas seis décadas. Por supuesto, in illo témpore, asimismo, hubo actos deshonestos a lo alto de la administración pública y en la llanura.

    Los actuales timoneles de la nave burocrática han puesto interés en depurar lo que motiva irritantes críticas en los sectores que conforman la opinión pública, pero, lamentablemente, la corruptela sigue su marcha desafiando a los gobernantes.

    Poca eficacia se evidencia en las medidas que se han adoptado, y es que las raíces del cáncer se han profundizado más y más en los períodos de mando y medro que se han sucedido con revestimiento constitucional o manu militari…
   
    La situación de referencia y lo demás que preocupa al inope y aguantador Juan Pueblo, mantiene abrumado al régimen de gobierno que preside el general Otto Pérez Molina y a su plana mayor, como creen los ciudadanos que se mantienen ojo avizor en cuanto al patrimonio estatal, o sea del pueblo.

    A pesar de los pesares, el país va por transitables caminos. Sin embargo, todavía se halla a distancia de una meta que posibilite una vida mejor, más digna de los gobernados y de prestigio nacional e internacional.
   
    Los dos años de actividad oficial, vencidos en los inicios del corriente año, arrojaron saldos un tanto normales, no obstante las sistemáticas andanadas politiqueras de una oposición con pecados de personalismos notoriamente insidiosos, que no dejó de entorpecer en alguna medida la obra de quienes empuñan las riendas del poder.
   
    Esperemos para ver qué ocurre, en materia de trabajo del gobierno del general Pérez Molina, en el correr de los casi dos años restantes que le corresponden. En ese tiempo, que parece acortarse a vuelo de águilas, es posible que arrecien las acciones de la politiquería, por lo que es de suponer que no se realice en dicho lapso la obra gubernamental deseable en bien del conglomerado ciudadano y, desde luego, de la patria.
   
    Un amigo que va al paso de los acontecimientos, aprovechando información y criterios vertidos en los medios de comunicación y que, incluso, se moviliza laborando en su profesión académica en el territorio nacional, comentaba los sucesos de cada día y, en lenguaje inconfundiblemente chapín y con buena carga de humorismo, las cosas problemáticas que afectan directamente a Guatemala y los guatemaltecos.
   
    Concretamente, con base en lo que dice la gente con la que se ha contactado, el amigo nos manifestó que los problemas mencionados al principio de este artículo son los que tienen una incidencia nada positiva para la población, según opinan las personas con las que dio rienda suelta al bla, bla,bla…
   
    El amigo, a ratos serio y sonriente, nos dijo que nuestro patio ístmico podría ir respirando de alivio no sólo en lo que falta para que termine su turno el Partido Patriota, sino a la vez los otros del futuro, cuando no tengamos que asistir a la nada grata danza de la violencia criminal, a una anarquía galopante y desenfrenada, a una incontrolable corrupción y a la politiquería marrullera y perversa que se ha extendido en el país.
   
    Finalizó diciéndonos el amigo que, francamente, hace falta una “destacuazinada” (contra los corruptos), una deschacalizada (contra los matones empedernidos), una desanarquizada (contra los relajeros que bloquean calles y carreteras) y una despolitiquientizada (contra los enfermos de ambición del vil metal).