Cuatro años después


Herida. Una mujer iraquí­ es trasladada a un hospital en Kirkuk, luego de la explosión.

Cuatro años después de la invasión liderada por Estados Unidos con la meta declarada de desarmar a Irak y convertirlo en un enclave pro occidental en Oriente Medio, el paí­s se halla desgarrado en sangrientas luchas sectarias.


Lejos de abandonar el paí­s y regresar a casa, las fuerzas estadounidenses han aumentado su compromiso y apresuran el enví­o de 25 mil nuevos hombres a Bagdad para intentar apaciguar los ánimos entre chií­tas y sunitas, enfrascados en feroces luchas que forman parte de un conflicto que el Pentágono equipara finalmente con una guerra civil.

En el oeste y el norte de Irak, los militantes de Al Qaeda continúan la insurgencia contra el gobierno apoyado por Estados Unidos, mientras en el centro y el sur las milicias chií­tas pelean por la supremací­a y el control de los recursos petroleros.

El reciente lanzamiento de un plan conjunto de seguridad entre Estados Unidos e Irak en Bagdad ha logrado sacar de las calles a algunos escuadrones de la muerte sectarios, pero los coches bomba plantados por los insurgentes aún estallan cada dí­a, desparramando desechos ensangrentados a través de los concurridos mercados.

«Hay un declive constante en la situación de Irak desde la invasión. Las cosas han ido de mal en peor», opina Joost Hiltermann, director del proyecto de Oriente Medio del Grupo de Crisis Internacional, un respetado centro de análisis.

La frialdad de los números no cuenta toda la historia de un conflicto complejo, pero aporta una lectura como mí­nimo desalentadora.

Desde que comenzó el conflicto, dos millones de iraquí­es han huido del paí­s y 1,8 millones más han sido desplazados dentro de fronteras, según las cifras del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

Las estimaciones de muertes de civiles iraquí­es varí­an fuertemente, pero la del sitio web Conteo de Cuerpos de Irak, de 58.800 personas, figura entre las más conservadoras. El gobierno iraquí­ afirmó que sólo en enero pasado murieron al menos 1.440 personas.

Por lo menos 3.203 estadounidenses, 132 británicos y 124 soldados de la coalición han muerto desde la invasión. Diciembre fue el mes más mortí­fero en dos años para la fuerza multinacional, lo cual aumentó la presión para una retirada.

El informe trimestral del Pentágono sobre el conflicto, divulgado el miércoles, señaló que los últimos cuatro meses de 2006 fueron los más violentos desde que comenzó la invasión y que el número de ataques siguió subiendo en 2007.

Una estadí­stica del informe muestra que el promedio de ataques semanales entre el 1 de enero de 2007 y el 9 de febrero excedió los mil, contra un promedio semanal de unos 900 en los últimos seis meses de 2006.

«Algunos elementos de la situación en Irak son propiamente descriptivos de una ’guerra civil’, incluido el endurecimiento de la violencia étnica y sectaria y polí­ticamente motivada, y los desplazamientos de población», destacó el Pentágono.

Incluso estas estadí­sticas pueden subestimar la escala de las matanzas.

Según el informe del Grupo de Estudios sobre Irak del año pasado, realizado por un comité bipartidista de expertos en polí­tica estadounidense, el método de recolección de datos del Pentágono para confeccionar estos informes refleja cifras inferiores a las reales sobre la violencia.

«Cuatro años después de la invasión, según la mayorí­a de la gente en el mundo, no nos está yendo bien», admitió Bassem Ridha, un consejero del primer ministro iraquí­, Nuri al Maliki.

«Pero si uno mira la historia de la humanidad, cada vez que hay un cambio, un cambio de la noche a la mañana, se espera este tipo de baño de sangre. Nada es fácil cuando tenemos un cambio, y un cambio como éste fue el mayor en la región. Una persona despiadada como Saddam Hussein fue derrocada. Estamos haciendo esfuerzos. Hay cosas buenas», estimó.

Atentados

Al menos dos personas murieron y otras 350 resultaron heridas o intoxicadas en un triple atentado suicida con camiones que transportaban bombas de cloro ayer cerca de las ciudades iraquí­es de Faluya y Ramadi, anunció hoy el ejército estadounidense.

La televisión pública iraquí­ Iraqia habló de al menos seis muertos.

«Unos 350 civiles iraquí­es y seis soldados de la Coalición recibieron atención médica por una exposición al cloro después de que dos kamikazes hicieran estallar sendos camiones de basura en dos lugares diferentes al sur de Faluya. Un soldado y un civil resultaron heridos en un ataque de menor importancia al nordeste de Ramadi», precisó el ejército norteamericano.

Según esta fuente, se registraron tres explosiones: la primera a las 16H11 locales al nordeste de Ramadi (110 km al oeste de Bagdad), la segunda a las 18H36 en Amiriyah a 17 km al sur de Faluya (50 km al oeste de Bagdad) y la tercera a las 19H13 a cinco kilómetros al sur de Faluya.

El primer atentado fue de escasa importancia pero el segundo en Faluya mató a dos policí­as, según informes policiales citados por los estadounidenses, mientras que «unos 100 residentes mostraron signos de exposición al cloro (…) con sí­ntomas que iban desde irritaciones leves en la piel y los pulmones a vómitos».

El tercer atentado fue cometido con ayuda de un camión bomba que transportaba un «tanque con 200 galones (unos 750 litros) de cloro» y estaba estacionado en un vertedero.

Faluya y Ramadi son las principales ciudades de la provincia de Al Anbar, el principal foco de insurrección sunita en el paí­s.