Cuarteto de cuerdas de Parí­s


En el IGA se presentó el cuarteto de cuerdas Quatuor Voce, un recital de jóvenes parisinos promovido por la Embajada de Francia y la Alianza Francesa. Los artistas que más beneficio dejan a su paso por nuestro paí­s son los jóvenes porque son una tremenda influencia en todos los guatemaltecos, sobre todo en el divino tesoro de la juventud, porque enseñan que se puede ser joven, de alma rebelde e inquieto, pero concertistas de música clásica. La apariencia de los jóvenes es moderna y uno de ellos, por su facha juvenil, podrí­a fácilmente sostener una guitarra eléctrica en lugar de un cello.

Fernando Linares Beltranena

Serán jóvenes, pero traen la escuela de nada menos, del Conservatorio Nacional Superior de Parí­s, el equivalente al Juliard neuyorkino en Europa. Son cuidadosos, técnicos y precisos, y lo mostraron al dar un recital en orden cronológico de compositor y corrientes musicales, comenzando con un cuarteto de cuerdas de Mozart. No por ser de un compositor clásico se sumen en la rigidez, porque tocaron el pizzicato con verdadera coqueterí­a mozartiana. Son precavidos y, a veces, hicieron pausas largas entre movimientos, pero son encantadores incidentes que demuestran que no han salido totalmente del cascarón musical, pero avizoran un gran futuro.

Las mujeres, Sara Dayan y Cécile Roubin son primera y segunda violí­n, Guillaume Becker toca la viola y Julien Decoin el violoncello y son un ejemplo de lo que puede y debe ser la juventud con talento musical en cuanto a su aprendizaje: atar las manos, pero liberar el espí­ritu.

En el Schubert, un compositor más difí­cil y exigente que Mozart, lo tocaron bien después del calentamiento mozartiano. Aunque Schubert es de la misma época, trae el í­mpetu de Beethoven y es romántico en su estilo.

Terminaron con un cuarteto de Schuman, un compositor alemán y lograron mantener vivo el tema o leit motiv, que se repitió a lo largo de los cuatro movimientos, y lo representó cada instrumento, habiendo crecido los músicos en este recital para terminar con esta obra romántica con merecida pasión.

¡Viva Quatuor Voce!