¿Cuántos en moto?


Caminaba despacio de acuerdo a su edad. El vestido azul floreado que le envió su hijo del extranjero flotaba al viento y le hací­a lucir mucho más joven y bonita con sus setenta y cinco años. Se sentí­a iluminada cuando salió del banco de cobrar los ochocientos quetzales que le enviaba su hijo cada quince dí­as desde el extranjero para sus gastos mí­nimos.

Roberto Arias

De pronto sintió el súbito ardor en su brazo derecho y la fuerza del empujón que la tiró de bruces sobre la pared y le hizo caer al suelo sin saber siquiera qué le ocurrí­a. Un segundo después, temblando de pies a cabeza y sin su bolso de mano, escuchó el trepidante y aborrecible rugir del escape abierto de una motocicleta que aceleraba y se alejaba a toda velocidad zigzagueando en el tráfico.

Lo que no logró escuchar fueron las carcajadas de burla y bajeza de los delincuentes que no sólo se burlaban de la abusiva y cobarde agresión a la anciana, sino del valor agregado que consiguen muchas personas en la cultura chapina de escasos valores morales con acciones degradantes: «Jodimos a la vieja y lo logramos con la impunidad ancestral de quienes la alimentan haciendo leyes para favorecer a sus monopolios y sus trinquetes al fisco y el fraude a los borregos ciudadanos.»

Los guatemaltecos tienen una memoria bastante frágil y han olvidado que de esa manera inició lo que ahora se ha vuelto el sistema práctico, barato y eficaz que utilizan los criminales de todos los estratos para cometer las diarias fechorí­as que tienen doblegada a Guatemala.

La población guatemalteca quiere ponerle un alto a tanta fechorí­a que se comete en Guatemala. Sin embargo, cuando un gobierno realiza acciones eficientes para evitar uno de los evidentes sistemas que utilizan los criminales para proteger su impunidad, saltan los medios de comunicación incitando a toda la olvidadiza población a oponerse y a manifestar en las calles.

Naturalmente me refiero a los medios atados a quienes se oponen a todo lo que pueda desestabilizar a los arcaicos sistemas polí­ticos y económicos que sostienen en pie al atraso de Guatemala y fomentan el progreso económico de quienes han hecho de Guatemala su granja… de quienes han convertido a Guatemala y a los guatemaltecos en una grotesca carcajada internacional.

Los clásicos medios de comunicación mantienen estupidizado a un enorme segmento de la población guatemalteca, tan estupidizado que muchos no se percatan de que su propia pobreza económica y espiritual, dentro del maremágnum de pobreza, criminalidad e ignorancia en Guatemala, la deben precisamente a quienes por medio de sus noticias y sus columnistas, femeninas algunas, hacen evidentes apelaciones ad populum con las que mantienen adormecida a la población, como los jóvenes duermen los yoyos en la cuerda, con la finalidad de lograr que las personas en lugar de pensar, sigan victimizándose y culpando a otros en lugar de ver lo obvio: Guatemala no levantará cabeza hasta que sea rescatada la dignidad individual y colectiva de esta nación.

Cada ciudadano debe poner mucho de lo suyo para poner orden en Guatemala. Si no ¿quién lo hará? ¿Los chinos, los suizos o los selenitas?

Lo que salta a la vista es lo siguiente: Desde que la mayorí­a de motoristas han obedecido la ley de viajar solos en una moto, la cantidad de asesinatos ha disminuido ostensiblemente, prueba de que la solidaridad de los motoristas ha sido una fuerte cooperación para doblegar en gran parte el crimen en Guatemala.