A sabiendas que a mis pocos lectores no les agrada leer artículos que, a su parecer, son aburridos, porque abordan aspectos referentes al calentamiento global, insisto con este tema a propósito de los preparativos para la reunión mundial que acerca de este fenómeno será celebrada próximamente en Copenhague.
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Un informe previo del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por siglas en inglés) señala que el recalentamiento del sistema climático es inequívoco y resulta evidente el aumento global de las temperaturas promedio del aire y de los océanos, el extendido derretimiento de las nieves y los hielos y la elevación del nivel global de los mares.
En caso de no tomarse acciones de estabilización de la concentración de la atmósfera de gases de efecto invernadero -reportó para al agencia de noticias IPS Gustavo Capdevilla-, a fines de este siglo, cuando a usted y yo nos hayamos convertido en cenizas, pero posiblemente aún vivirán algunos de sus nietos y otros descendientes, la temperatura promedio aumentará en cualquier parte del mundo entre 1.1 y 6.4 grados.
Científicos de esta institución internacional que aún están preparado su quinto informe de evaluación, se reunieron la semana anterior en Barcelona y adelantaron algunas conclusiones alcanzadas durante los últimos años y que serán desarrolladas en el próximo estudio.
Se anticipa que, por ejemplo, la combinación de observaciones e informaciones paleo-climáticas demuestran que en el planeta han ocurrido cambios sin precedentes en el sistema climático, tanto en amplitud como en frecuencia de cientos a varios miles de años, de manera que, como lo he indicado en artículos anteriores -derivado de informaciones científicas- el derretimiento ampliamente extendido de márgenes de hielos se registra en Groenlandia y en la Antártica, con efectos en el aumento del nivel de los mares, y las emisiones de dióxido de carbono permanecerán en la atmósfera durante miles de años, causando cambios irreversibles en el clima y en la composición química de los océanos.
Con dudoso optimismo, el presidente del IPCC, Rajendra K. Pachauri, precisó que el precio de salvar la Tierra de los efectos del cambio climático es ínfimo o en algunos casos inexistente, siempre y cuando las naciones industrializadas admitan el compromiso de efectuar los mayores recortes en la emisión de gases de efecto invernadero, y de compensar al mundo en desarrollo por los efectos perniciosos que les ocasiona el deterioro ambiental, del cual los países pobres no tienen ninguna o poquísima responsabilidad.
Deberá ser la ciencia la que determine las `posiciones de los delegados cuando decidan el destino del Protocolo de Kyoto, durante las negociaciones que se realizarán en Copenhague entre el 7 y 18 del mes entrante. La ciencia les debe decir -planteó Pachauri- que, para beneficio del planeta y de todas las especies que la habitan, las conclusiones del cuarto informe de evaluación del IPCC son totalmente válidas y deberán tenerse en cuenta para obtener un buen acuerdo en la reunión que se desarrollará en la capital de Dinamarca.
Si bien es cierto que los países subdesarrollados, como el caso de Guatemala, tienen poca o nula responsabilidad en el calentamiento global, no debe desestimarse que por las acciones irrazonables del hombre se perjudica a la naturaleza, y si no, allí está el patético ejemplo del lago de Atitlán, la deforestación masiva, la contaminación de los ríos, la proliferación de basureros clandestinos, etc.
(Como efecto del cambio climático se registra una inundación en un pueblo del oriente del país donde casi nunca llueve, y Romualdo Tishudo llama a los bomberos: -Mándeme una lancha, por favor, que el agua me llega a los tobillos. El socorrista replica: -No creo que lo amerite ¡usted está exagerando! Mi amigo repone: -Es que estoy en el cuarto piso de mi casa).