Cuando se pierde la dignidad y el decoro


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Otras actividades prioritarias para mí, sin descartar una buena dosis de negligencia, me han impedido anotar en un cuadernillo una especie de estulticias atribuidas a funcionarios de Estado, que carecen de pudor y de lealtad al país en que supuestamente nacieron.

Eduardo Villatoro


A estas alturas de mi recorrido mediático, ya no debería asombrarme de actuaciones y declaraciones de guatemaltecos que se han puesto al servicio de intereses extranjeros, sirviendo de alfombra a empresas transnacionales, aunque sí me disgusta y entristece que la mayoría de mis compatriotas permanezcan  impasibles ante el escarnio de políticos encumbrados en posiciones oficiales.
 
Lea usted las respuestas que pronunció el burócrata Rubén Mejía, viceministro de Comunicaciones, respecto a las miserables regalías que recibe el Estado de la empresa mexicana Marhnos, a la que se le otorgó en concesión la autopista Palín-Escuintla, según lo  reveló el diario Prensa Libre, que no se caracteriza, precisamente, por sensacionalista ni por una línea editorial que favorezca la intervención del Estado en la economía ni en otros rubros.
 
El matutino informó que esa firma obtuvo ganancias por Q905.6 millones del año 2000 al primer trimestre de 2014, mientras que las regalías al Estado fueron de Q9 millones y medio, equivalentes al bochornoso 1 %. Al entrevistar al tal Mejía, para conocer la posición del Gobierno de cara a ese escarnio, el funcionario no se turbó al decir: “Lo que vemos es que es una concesión que debe respetarse  (sic)”  y que se debe tomar en consideración que ese contrato a la empresa Marhnos “Ha permitido tener una carretera en excelentes condiciones y que ha recibido aceptación de la población” (sic).
 
Tiene toda la razón ese sujeto en esta segunda aseveración. Porque ¿cuándo se ha visto a guatemaltecos de clase media, que son los que mayoritariamente utilizan esa vía, levantar su dignidad, su coraje, su arrojo, –si es que contaran con alguno de esos atributos cívicos, morales o éticos–, para protestar porque los estafan, se burlan de ellos y de ajuste los extranjeros y los mismos oligarcas nacionales se mofan de la falta de valor de quienes hasta son capaces de agradecer porque los exploten y avasallen?
 
Al enterarme de lo declarado sin ningún recato por ese individuo Mejía, estoy por arribar a la conclusión que le asiste la razón al presidente de la Corte de Constitucionalidad, magistrado Roberto Molina Barreto, cuando prácticamente nos calificó de imbéciles a los guatemaltecos porque somos incapaces de comprender la excelsitud  de las resoluciones que emite esa sagrada instancia de la estructura legal de Guatemala, y por poco ordenó, al mejor estilo ubiquista, que se prohíbe en todo el territorio nacional que alguien ose poner en duda la infalibilidad de los miembros del divino tribunal, a causa de la ingratitud e ignorancia de nuestros compatriotas.
 
 (El peatón Romualdo Tishudo se ve obligado a citar por segunda ocasión al expresidente argentino Arturo Illia: –No les tengo miedo a los de afuera  que nos quieren comprar, sino a los de adentro que nos quieren vender).