Cuando los presidentes se montan en el macho


Como todos los miércoles, ílvaro Colom y funcionarios de la Secretarí­a de Comunicación Social llevan a cabo el programa radial «Despacho Presidencial», del cual tengo la impresión de que es poco escuchado, pero para los periodistas es una fuente de información, sobre todo en un mandatario que casi nunca da declaraciones a la Prensa.

Mario Cordero ívila
mcordero@lahora.com.gt

Para el programa radial de hoy, la expectativa era que el Presidente y su equipo escucharí­an todas las crí­ticas en contra del programa Mi Familia Progresa (Leer: La Hora, 10 de febrero de 2010 «Colom quiere escuchar más crí­ticas contra MiFaPro»)

«Es un tema muy fuerte, quisiera tener esa avalancha de crí­ticas en cuanto a evasión fiscal, pero nunca he oí­do a alguien hablar de eso, les da miedo la parte de apoyar al pueblo e ir mejorando nuestro sistema», declaró hace dos semanas.

Para el fin, hoy invitó al ministro de Educación, Bienvenido Argueta, y al superintendente de Bancos, Edgar Barquí­n, para discutir sobre el programa. Lamentablemente, esa «avalancha de crí­ticas» que deseaba Colom, no se llevó a cabo.

En vez de abrir desde el inicio la comunicación con el público, desde el principio el Presidente remarcó sobre los beneficios de este programa, del cual dijo que sólo tení­a un defecto: que debió haber empezado hace 20 años.

Yo ciertamente creo que la desigualdad en Guatemala -que ha provocado que más de la mitad de la población viva por debajo de la lí­nea de pobreza- hay que combatirla de frente y con una «terapia de shock» como las remesas condicionadas que otorga Mi Familia Progresa. Además, creo que este programa debe seguir, al menos, diez años más, para que haya resultados visibles.

Pero, volviendo al programa radial, el Presidente no escuchó crí­ticas, sino, como todas las semanas, sólo alabanzas, mensajes de apoyo de la población y dudas, pero no sobre Mi Familia Progresa, sino sobre el conflicto con los maestros.

Cada Gobierno ha tenido su macho al cual se han montado, y que por más crí­ticas que escuchen, hacen oí­dos sordos. Es ejemplar el caso del ex presidente ílvaro Arzú, que fue criticado por la privatización de Guatel. Desde su óptica, ésta fue una acción positiva dentro de su gobierno. Sin embargo, la oposición lo tomó como cantaleta y Alfonso Portillo elaboró buena parte de su proselitismo atacando esa privatización. Digo que es ejemplar porque, hoy dí­a, aún se escucha a las personas recordando el gobierno de Arzú sobre esa «mala» decisión, que Portillo se encargó de remarcar.

En el caso de Colom, quien ya ha asegurado que sueña -como todo Presidente- con que su partido polí­tico se reelija. Seguramente, este programa le dará gran impulso en este deseo. Sin embargo, montarse en el macho de no querer hacer transparente el programa (es decir, dando a conocer el número de cédulas o DPI), les puede costar muy caro en las próximas elecciones, porque todos los partidos afilarán su estrategia en contra de este programa.

Si en verdad, al Presidente le importa este programa, no como estrategia electoral, sino como beneficio del paí­s, deberí­a escuchar las crí­ticas (pero no las que no quiso escuchar en su programa) y decidirse hacer transparente el programa, del cual, para decirlo abiertamente, hay serias dudas de desví­os millonarios.

La justificación del Gobierno es que no se hacen públicos los datos por confidencialidad, pero el mismo Colom se ha mostrado orgulloso de que él no tiene gastos confidenciales. Además, si es dinero público, tenemos derecho a saber quién lo tiene.

Otra justificación del Gobierno es que los datos serán usados para su politización, y quizá tenga razón; pero que el Presidente responda ¿qué no está politizado en este paí­s? Si las universidades, el MP, la Justicia y todo está politizado.

Si en verdad le interesa la continuidad de ese programa, debe escuchar las crí­ticas y no montarse en el macho, porque a ningún otro presidente le ha ido bien con las necedades.