Como siempre, mucha bulla se ha armado alrededor de los menores de edad sicarios, pero deseando estar equivocado, estimo que si mucho seguirá tratándose el tema una semana más para después dejarlo en el olvido y así seguir viendo horrorizados a jóvenes y hasta niños armados con tremendos pistolones asesinar vilmente a muchos seres humanos más. Ateniéndonos a lo que dice la Constitución, el Estado de Guatemala está organizado para garantizar a sus habitantes el goce de sus derechos y de sus libertades, siendo el sistema de gobierno republicano, democrático y representativo, pero ¿esto funciona en la práctica o es letra muerta la que podrá sonar muy bonita, pero en realidad solo es enunciado o quimera?
Digo esto porque los tres organismos del Estado debieran estar muy preocupados del tema, sometiendo a comisiones de estudio y análisis qué debiera hacerse con esta clase de asesinos, atendiendo el mundo de opiniones que existen al respecto, para luego, debida y adecuadamente planteárselo a la población. ¿Será más efectivo hacer lo de otros países, en donde la responsabilidad y la culpabilidad no se miden a través de una mayoría de edad; debieran privar los derechos humanos de los asesinos y no los de las víctimas de éstos; contamos con los recursos y la infraestructura necesaria para mejor educar, formar o capacitar a los padres de familia y así orientar a sus hijos por la senda del bien y no del mal; cuántas consecuencias más va a traer la situación actual si no se hace nada para contrarrestarla a su debido tiempo?
Triste y lamentablemente todo este barullo pareciera ser que solo le interesa a algunos miembros de nuestra sociedad con dos dedos de frente y a los medios de comunicación que, con el sentido de responsabilidad social que los caracteriza, lo han venido investigando, analizando y sometiéndolo a debate público, lo que a la postre solo pudiera quedar en ello y no en la solución atinada y responsable que debiera dársele al problema. Aquí es donde empiezo a gestar el disgusto, la frustración y hasta la ira, pues no encuentro respuesta. Los funcionarios, los jueces, los diputados y los estimados lectores podrán decir que tengo razón, pero ¿Qué hacer para que el Estado funcione, para que arranque la maquinaria que gorda obligación tiene de responder a las necesidades de una población que, lo único que mira y aprecia es una diaria corrupción, impunidad, desidia e irresponsabilidad. Podrán decirme que he leído y sigo leyendo al Quijote de la Mancha, pero esa no es toda la verdad. Tengo rato de no deleitarme con lectura de la magistral obra del «Manco de Lepanto», porque me quita el tiempo necesario el tener que atender todos los días la agobiante lectura de la multitud de noticias cada vez más dramáticas y espeluznantes en que nuestra sociedad se debate.