Efectivamente, cuando emigraron de allende los mares la mayoría de los antepasados, de los actuales habitantes de nuestro país lo hicieron por necesidad, buscando una tierra de oportunidades, una vida con tranquilidad, seguridad económica. En síntesis, un vivir mejor.
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Raro es el caso de quien llegó por amor, más raro de quien llegó con las alforjas llenas de plata y oro. La mayoría de los que vinieron en los últimos 150 años dejaron un pequeño solar en Asturias, Galicia, Andalucía u otro terruño, terreno donde seguramente existía o existe un casita de tres cuartos, sin piso, sin baño. Vinieron como se acostumbraba a decir: «Ha hacerse la América».
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No eran profetas en su tierra, muy pocos de ellos profesionales, en Guatemala, gracias a las oportunidades que se les brindó a su trabajo honrado en una tiendita, después en un almacén o en una ferretería, lograron la base para que sus familias sean hoy millonarios o multimillonarios y puedan darse el lujo de casi no trabajar. Si nos ponemos a espulgar, encontraremos perpetuados los nombres de algunos de estos inmigrantes en fundaciones, auditorios, teatros, capillas y demás.
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El ejemplo de estas personas es respetable, lo que no es correcto es que sus descendientes no reconozcan que las actuales generaciones tienen que contribuir al desarrollo social del país, que tanto les ha beneficiado.
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La manera de hacerlo, principalmente, debe ser pagando los impuestos que legalmente procede sobre sus utilidades y demás beneficios, no contabilizando como gasto deducible los yates que disfrutan en Río Dulce, los aviones, helicópteros, automóviles que en buena parte utilizan de forma particular, ni evadiendo el pago de los reducidos impuestos que en Guatemala existen, mucho menos oponiéndose a que la carga tributaria se cambie y actualice para que no sean los impuestos indirectos la forma de recaudar tales como el IVA, el Impuesto a la Distribución de Combustibles, cemento, el de circulación de vehículos  y otros similares que todos los habitantes del país pagan, sino que sean impuestos directos, aplicados a la rentabilidad de las inversiones como el Impuesto Sobre la Renta y ante todo el Impuesto Sobre Utilidades, que en Guatemala no existe pero sí en los países de donde vinieron sus antepasados.
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Como lo dijera el reelecto presidente del Ecuador, Rafael Correa: la codicia, la avaricia, la tacañería de unos pocos es la que tendré que combatir para servir a todos los ecuatorianos y lograr desterrar la pobreza, la extrema pobreza o miseria y mejorar la educación, la salud, la infraestructura y por supuesto también la seguridad.
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España se encuentra actualmente gobernada de forma parlamentaria por el Partido Socialista. Otros ejemplos de cambios son Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina, Chile, Venezuela, Bolivia, Dominicana, Nicaragua, El Salvador y Honduras por lo que si hacemos cuentas, en los últimos diez años, cada vez más, aunque con diferente estilo, democráticamente se ha elegido gobiernos que buscan darle al pueblo un gobierno más representativo, más ecuánime, menos injusto.
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Los ruidos de sable no son una solución, la actual crisis mundial es una llamada de atención para que de la misma manera que los abuelos progresaron, que los nietos y bisnietos viven muy bien, comprendamos que ese mismo derecho, esa misma aspiración, esa misma oportunidad la deben tener todos los niños, mujeres y hombres de nuestra Guatemala. Démosle a la madre patria el regalo de una sociedad más ecuánime, más justa y como consecuencia más tranquila.