Las grandes cadenas de supermercados de vestuario constantemente están promoviendo grandes rebajas buscando mantener el nivel de ventas que en el pasado tuvieron y no lo logran. Son millones los consumidores que preocupados están restringiendo sus compras y sus gastos al mí­nimo necesario.

 Las bolsas de valores sin excepción han tenido las mayores caí­das en las transacciones y en el valor de las acciones más grande de los últimos 20 años, varias de ellas se encuentran a un nivel como en el caso de City Corp que bajaron de US $50.00 por acción a ser más baratas que un big mac.

 Inexplicablemente, en Guatemala los precios del pan, los huevos, embutidos, pastas y demás continúan elevados a pesar que el Gobierno ha otorgado cuotas de importación exentas de impuestos. Los combustibles, gasolinas y diésel están significativamente más baratos en los Estados Unidos que es donde proviene buena parte de los productos refinados que se importan, distribuyen y venden en el mercado guatemalteco, qué decir si los precios se comparan con el nivel de precios de esos productos en México. Inclusive, la mayorí­a de paí­ses centroamericanos tienen menores precios.

 Una cosa es permitir el funcionamiento del mercado y otra cosa es darle la espalda y dejar que los monopolios, los carteles mantengan acuerdos que les permitan grandes ganancias, precios superiores a los del mercado internacional y la falta de competencia en el mercado nacional.

 El Ministerio de Economí­a, el Ministerio de Energí­a, incluyendo el Ministerio de Agricultura y la Comisión de Protección al Consumidor del Organismo Legislativo no pueden decir que han logrado que no se abuse del consumidor final. Su obligación es la de fomentar que los precios bajen, una de las formas de lograrlo es la permanente información a los consumidores.

 Qué interesante y positivo serí­a que de la misma forma que algunos medios le dedican páginas completas a todo color para promover campañas invitándonos a no ser esclavos del miedo, vivir libre y responsablemente para lograr nuestra felicidad, buscando con ello ejercer una acción sobre los legisladores, jueces, policí­as y sectores públicos, le dedicaran por lo menos el mismo número de hojas para informar al consumidor sobre dónde debe de adquirir la canasta básica, los productos esenciales para trasladarse hacia su trabajo y así­ evidenciar su preocupación por los trece millones de guatemaltecos que en el paí­s tienen que vivir, especialmente más de la mitad que viven en la pobreza y extrema pobreza.

 Las entidades del sector público deberí­an de prescindir de estar invirtiendo recursos públicos en publicar esquelas donde manifiestan sus condolencias por la muerte de uno de sus funcionarios o de un pariente de los mismos porque si bien los deudos merecen una condolencia, la misma perfectamente puede hacerse mediante una nota dirigida a las familias de la persona fallecida y utilizar estos recursos provenientes de los impuestos en informar a los consumidores que están vivos y tienen que comer ellos y sus hijos todos los dí­as.

 La sociedad civil, las iglesias, los clubes sociales, los comités cí­vicos de barrio deberí­an crear organizaciones de consumidores que velen por sus derechos y por la existencia de precios justos.