¿Cuál es el clavo?


Durante toda esta semana he leí­do los diversos órganos escritos del paí­s en donde básicamente se refieren, entre otras cosas, a la participación de la señora Rigoberta Menchú como candidata a la presidencia de la República.

Héctor Luna Troccoli

Según declaraciones de «analistas», editorialistas, columnas de opinión e incluso las «noticias objetivas», tratan este hecho como «histórico», que «cambian el espectro electoral y polí­tico», que «producirá un reacomodo de las diversas fuerzas polí­ticas en todos sus aspectos», etcétera, etcétera?

Yo me quedo únicamente con el adjetivo de histórico porque, hasta donde yo tenga conocimiento, es primera vez que se lanza a una nominación presidencial una mujer indí­gena, lo cual lo veo positivo, incluso como una especie de medición sobre la fuerza electoral de la aspirante y del sector indí­gena. Pero fuera de ello aquí­, en Guatemala, en donde la polí­tica es fuente de sorpresas e imposibles, lamentablemente la mayorí­a de ellos muy negativos, no lo veo con la lente de aumento que lo ven otros.

Incluso la participación en la carrera presidencial de un pastor evangélico, de uno que otro loco, de uno que otro corrupto y en otros puestos, narcotraficantes, miembros del crimen organizado y desorganizado, «lí­deres de papel», compradores de votos y más corruptos, no es cosa del otro mundo, cuando lo normal serí­a que eso sí­ nos asombrara y tratáramos los ciudadanos de, en último caso, ir a votar nulo o en blanco para que no queden una vez más, los malos.

Siempre he sido de la idea de que en polí­tica deben de participar todos. Que deben surgir nuevos lí­deres que sin temor se enfrenten a los dolores de cabeza que conlleva un buen gobierno, y que no se transformen, al poco tiempo, en miembro de alguno de los grupos que ya debí­an haber sido desplazados del sistema polí­tico nacional.

Insisto en la positividad de la participación de la señora Menchú y del señor Caballeros, pero, fuera de ello: ¿Cuál es el clavo?…