El presidente checo, Vaclav Klaus, se enzarzó en las últimas semanas en una cruzada personal contra los «medioambientalistas», a los que acusa de alimentar «la histeria» del calentamiento global con una ideología tan peligrosa para la libertad como la de los comunistas.
Hace tiempo ya que este economista critica las tesis de los ecologistas y de Los Verdes, asumiendo un papel de heraldo del antimedioambientalismo, una filosofía muy personal que ha plasmado en su libro «Un planeta azul, no verde».
Desde entonces, el jefe del Estado, recorre el país con un programa cargado de conferencias de prensa, intervenciones en programas televisivos y tribunas en la prensa local, todo ello aderezado de paneles publicitarios, para una mayor presencia en la calle.
En la pasada primavera (boreal), este liberal, conocido hasta ahora por su euroescepticismo, fue invitado a presentar sus tesis ante el Congreso estadounidense, muy a pesar del ex vicepresidente norteamericano Al Gore, convertido en el apóstol del alarmismo ecológico con su película «Una verdad incómoda».
La semana pasada, el presidente checo asistió a un vetusto cine de Praga para presentar un documental que aspira a ser el antídoto del filme de Al Gore: «La Gran estafa del calentamiento climático» de Martin Durkin.
«Aquí, hay amigos de la razón frente a los de la necedad», espetó ante una sala atestada de público.
Según él, siempre ha habido cambios climáticos y los seguirá habiendo, independientemente de lo que haga el ser humano. De modo que la acción de los «medioambientalistas» que aspiran a cambiar el condicionamiento social del hombre representa un «grave atentado a la libertad».
Su actitud ha desatado protestas de los militantes ecologistas de Greenpeace y de los Verdes checos, que acusan al jefe de Estado de «ridiculizar el país» con unas intervenciones cuyo objetivo es acaparar la atención.
Lo cierto es que Klaus, de 66 años, no pierde la ocasión de montarse en su caballo de batalla. Tras el reciente acuerdo firmado por los jefes de Estado del G8 sobre la reducción de las emisiones contaminantes, escribió al diario checo Dnes para preguntarse con qué derecho los dirigentes políticos interfieren en la vida de miles de millones de personas hasta 2050, «medio siglo después de que expire su mandato».
El grupo ecologista Duha estima que la posición del jefe de Estado es «ideológica», no científica.
Por su parte los expertos en clima checos consultados evitan entrar en detalles, pero parecen convencidos de que el debate sobre el calentamiento global siempre es «útil».