La cada vez más probable eliminación de Francia en el Mundial de Sudáfrica-2010, especialmente después de la derrota ayer ante México (2-0), no es una sorpresa en vista de las fisuras registradas desde hace dos años en la gestión del grupo.
Los signos más recientes que anunciaron el mal rendimiento en el Mundial fueron los partidos de clasificación, con derrotas como contra Austria (3-1) o las victorias por la mínima (1-0) ante las débiles Islas Feroé o Lituania, que ya generaron preocupación.
Pero el momento más inquietante llegó con la mano de Thierry Henry en las repescas para el torneo planetario, en el partido de vuelta contra Irlanda, en el que el punta utilizó sus cinco dedos para servir un balón que se convirtió en el gol del 1-1 que dio el billete para Sudáfrica a los «Bleus».
Luego vino el naufragio contra España, en partido amistoso disputado en Saint-Denís, a las afueras de París, el 3 de marzo (derrota 2-0).
Ese día, la afición francesa tuvo que sufrir con las individualidades de Franck Ribéry y Nicolas Anelka, la precariedad física de Thierry Henry y el mal juego de los zagueros.
Por su parte, el seleccionador Raymond Domenech, trató de dar marcha atrás a falta de muy poco para el Mundial con su famoso y se decidiño por un 4-3-3 con el que marcó la preparación de sus pupilos para la cita planetaria.
Ese dibujo táctico, con el que se abandonaba su famoso 4-2-3-1, pretendía dar vida a los «Bleus», pero después de tres amistosos sin brillar, registrando incluso una humillante derrota contra China (1-0), el seleccionador decidió volver a su sistema inicial a falta de pocas horas del debut en Sudáfrica.
La víctima más inmediata de esa decisión táctica fue Florent Malouda, quien venía de haber firmado una gran temporada en el Chelsea y a quien se supone que era una de las principales bazas del equipo.
Resultado de su ausencia fue, en parte, que los galos se olvidaran definitivamente del juego ofensivo, y que no marcaran ningún tanto en sus primeros partidos del Mundial, pues con Uruguay, en el debut del torneo, firmaron un 0-0.
Tambien hubo en Francia una caza a las personalidades excesivas algo problemática, pues si bien Domenech prescindió de estrellas como Karim Benzema o Samir Nasri, símbolos de un conflicto de generación que minó el grupo galo durante la Eurocopa-2008, el seleccionador no fue capaz de resistir a los caprichos de otras estrellas.
Domenech apartó a Patrick Vieira, con 107 partidos como internacional, por sus críticas durante la última Eurocopa al equipo médico, pero se llevó a Sudáfrica a Thierry Henry, el máximo goleador de la historia de la selección gala, para ocupar el banquillo tras una temporada difícil en el Barcelona.
En este contexto, fueron líderes del equipo Ribéry y Anelka, y se apartó del grupo sin que nadie lo integrara, a Yoann Gourcuff. Por su parte, William Galas llegó casi lesionado a Sudáfrica con unas dolencias en el gemelo de las que se recuperó pero su estado físico era límite.
Finalmente, el seleccionador quiso repetir la fórmula del Mundial-2006, en el que Francia fue finalista, eligiendo como residencia para el combinado un lujoso hotel de cinco estrellas, situado al borde del Océano índico.
Pero sin líderes como Zidane, Vieira, Fabien Barthez o Willy Sagnol, para cimentar el grupo, en Sudáfrica ocurrió lo mismo que en la última Eurocopa, con los jugadores apartados de todo y pensando en ellos mismos.
Los «Bleus» casi nunca dejaron su residencia de lujo, salvo una breve visita (media hora) a un «township» (suburbio pobre) y se entrenaron lejos de todas las miradas, protegidos por unos servicios de seguridad reforzados.
En «una clasificación, no hay que soñar», comentó hoy el seleccionador del equipo de Francia de fútbol, Raymond Domenech, en la página de Internet de la federación de su país, aludiendo al pase a octavos de final del Mundial de Sudáfrica-2010.
«Cuando no depende de nosotros», en «una clasificación, no hay que soñar», explicó el director técnico, que hizo alusión a que puede ocurrir un «milagro» clasificatorio que haga que Francia esté en octavos de final del Mundial, algo muy difícil tras la derrota de los «Bleus» ante México el jueves (2-0).
De cara al último partido de los galos en la fase de grupos del torneo, contra Sudáfrica, el martes, el seleccionador manifestó que a su combinado le queda mostrar que dieron todo en la competición.
«Nos toca mostrar algo, decirnos que «jugamos hasta el final, que no abandonamos»», agregó el técnico en un vídeo grabado en Polokwane y difundido en la página de Internet de la Federación de Francia de Fútbol (FFF).
«Hay que salir dignamente, mostremos que el equipo de Francia puede marcar» y que «puede hacer otra cosa», agregó el entrenador, con dificultades para expresarse, y reconociendo que «rara vez» se sintió como tras la derrota ante México.
«Creía, tenía confianza, tengo confianza en este equipo, tiene potencial, calidad», pero «no funcionó, no era eso», confió sobre el rendimiento de sus pupilos.
La crónica del entrenador concluye con una secuencia de frases que no llega a terminar.
«Es triste, estoy triste por todo el mundo, había tantas expectativas, tuve alrededor mía tantos… con gente, jugadores… esperanzas que estaban ahí, se veía a la gente… todos soñamos, ahora ya no depende de nosotros, por lo que el sentimiento que domina es de tristeza», dijo.
Para clasificarse, Francia tendrá que ganar con una goleada a Sudáfrica, el 22 de junio en Bloemfontein, y esperar que Uruguay y México no empaten en el otro partido del Grupo A.