Crónica de contrastes


Para terminar el año que nos convoca les propongo una crónica de viaje por el Occidente extremo del paí­s y el Sur descomunal de México, aventura en la que decidí­ evitar la época de regalar y la ola clasemediera ósea, que se regocijaron alrededor del consumismo local o se extasiaron en Miami con su mal gusto. Dos caracterí­sticas realzarán este relato, el primero es el análisis de los contrastes observados en el camino a través de estampas de realidad, y la segunda es que su descripción es hecha por mis compañeros argonautas de este viaje, para que desde su mirada les acerquen a lo vivido y así­ puedan descansar de mi. «Si de contrastes se trata lo primero a resaltar es la ausencia de un estado que parece no existir cuando se recorre las rutas de esta parte de Guatemala. Tal como lo planteábamos mientras avanzábamos hacia la frontera, por los caminos de Guate se viaja a pura fe, no existen las indicaciones, ni los kilómetros recorridos, ni los nombres de las poblaciones, sin embargo, apenas cruzamos la frontera el cambio es notorio, no sólo pueden verse las indicaciones pertinentes sino que hasta las aldeas más pequeñas son nombradas y anunciadas en la ruta. Pero si de nombrar lo que más me ha impactado se trata, debo decir que ha sido la persistente lucha de los pueblos en contra de la minerí­a, que se percibe en cada una de las aldeas o pueblos huehuetecos por donde transitamos. En el camino pueden leerse las consignas en contra de la expoliación de la Madre Tierra y a favor de los recursos naturales, en lo que interpreto como una novedosa estrategia de comunicación surgida desde la resistencia popular. Como una grata sorpresa nos encontramos, al atravesar la frontera, que en ciudad Cuauhtémoc la lucha contra la minerí­a une a estas regiones.

Julio Donis

En esta estampa naranja y azul donde me encuentro, la miro y sus rasgos me indican que es indí­gena como yo, no obstante, nos diferencia que yo esté de este lado de vacaciones y ella gastando su juventud en el lavado de ropa ¡ha terminado su quehacer!, se peina, sonrí­e y se va, y yo me quedo pensando en la fragilidad del techo de burbuja, que también nos separa.

Mi punto a resaltar en este viaje de paisajes, colorido, fuegos artificiales, calles y monumentos coloniales, ha sido el sentirme cuidada y querida por mis amigos y amigas. Salí­ de la ciudad de Guatemala recuperándome de una fuerte infección, creyendo que quizás hasta podí­a no ser muy buena compañí­a para mis compañeras de viaje. Sin embargo, desde el inicio de nuestra travesí­a, cada quien a su manera me demostró su preocupación, me cuidaron y me hicieron recuperar, junto a las bellezas de los lugares visitados, las energí­as para sentirme nuevamente bien. Y para no dejar de hablar de contrastes…. apreciar el mundo con salud y buena energí­a es el mejor regalo de la vida.

Como dice el dueño de esta columna a la cual hemos sido invitadas a participar, «En los viajes se conocen a las personas», y es así­ tal cual. Aunque cada una de nosotras hemos estado unidas por estudios, paseos, salidas a comer, momentos y circunstancias, es en este viaje donde se muestra cómo son nuestros actos de tolerancia o de impaciencia ante las otras/os. Es parte del ser y reconocer en ese acto a la que te acompaña y quererla más por lo que es o no es. Así­, por ejemplo, tenemos a la amiga enferma que reclama atención, o la callada y tí­mida que por momentos no se sabe si está feliz o enojada, la que expresa todo a boca de jarro y se acompaña de sus dos hijas cada cual con su propia y única personalidad, el amigo que trata de armonizar el ambiente y hacernos sentir a todas queridas y bienvenidas y la pareja que te apoya y te abraza. Me hace pensar en el paisito del que vengo, con nuestras diferencias, nuestras injusticias y nuestros sueños, al final somos una pequeña réplica de él.

Cuando uno se levanta en su propia cama el 24 de diciembre, nunca pregunta: ¿qué fecha es? En cambio, cuando uno está llegando a un destino nuevo, lejos de su hogar, después de dos dí­as viajando en carretera con un grupo de diversas amigas, es fácil olvidar que hoy es Nochebuena. Pero también es fácil agradecer a las amigas con quien estás compartiendo una cama en un hotel, quien te presta dinero para pagar el almuerzo cuando no tienes la moneda local, a quien maneja el carro cuando estás cansado, quien toma la mano de tu hija cruzando la calle en la noche. Si esta época supuestamente es para contemplar las amistades de la vida y fraternidad de la humanidad, parece más real hacerlo, compartiendo las realidades y desafí­os de la vida en vez de hacerlo frente a un pino y un montón de regalos empacados».