Según un estudio presentado recientemente por la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies), la Universidad de Vanderbit y la Usaid, denominado «Cultura política de la democracia en Guatemala y en las Américas, 2012: hacia la igualdad de oportunidades», revela la pobre percepción que tienen los guatemaltecos hacia los partidos políticos.
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Esto no es nada nuevo, porque bien sabemos todos que los partidos políticos no son verdaderas estructuras democráticas, sino vehículos electorales, cuyo objetivo es encumbrar a su caudillo en la Presidencia de la República, y alrededor un montón de oportunistas que se conforman con las “migajas” de otros puestos públicos, de menor poder político, pero con una amplia posibilidad de hacer engordar la billetera o la cartera de mano.
Muchos partidos cumplen con el requisito de un número mínimo de afiliados y de estructuras locales, para demostrar que tienen presencia a nivel nacional. Pero como sabemos también, la mayoría de afiliados son personas que ofrecieron su firma, quizá sin saber que era para afiliarse, pero que en realidad no son parte activa del partido político, puesto que no participan en las mesas de discusión ni siquiera en las asambleas locales.
Cuando se acercan las elecciones, eso sí, cientos de personas buscan avocarse al partido, aunque sea para repartir volantes, con la ilusión de encontrar cabida en los miles de los innecesarios (en su mayoría) puestos públicos. Si saben elegir bien, el candidato que apoyan será el ganador y sustituirán a otro funcionario que cuatro años atrás tuvo la misma ilusión, pero que debe abandonar su trabajo porque esta vez no apoyó al candidato indicado.
Actualmente hay 27 partidos políticos activos, de los cuales los cinco que han hecho gobierno (UNE, PP, PAN, PRI –ex FRG- y Gana) acaparan el 36% de los afiliados, mientras que los 22 restantes se reparten los 447,449 afiliados adicionales, para un promedio de 20 mil afiliados aproximadamente por partido.
En las pasadas elecciones había más de siete millones de empadronados (7,340,841), lo que supone que solo el 9.55% de los inscritos para votar están afiliados, una cifra muy baja para la participación política.
Sin embargo, esto solo podría ser una cifra que demuestra el poco interés que tenemos los guatemaltecos en los partidos políticos; pero sería una mentira que no estemos interesados en la política. Al contrario, creo que todos estamos interesados en mejor nuestras condiciones sociales, económicas, políticas y ambientales, y no solo las personas y familiares, sino también las comunitarias.
Lo que pasa es que aún creemos en las figuras cuasimesiánicas caudillistas, que nos siguen engañando con promesas de desarrollo, pero a la hora de llegar al poder no cumplen, ya sea porque el mismo sistema político no lo permite, o bien porque al candidato en realidad no le interesaba, y solo quería el voto del ciudadano.
Debemos darnos cuenta, por favor, que el modelo político no es funcional. Tal parece que el Congreso no está interesado en reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos, por lo que no podemos esperar que la solución venga de ese lado.
Considero que la organización social es muy importante, sobre todo porque ésta se desbarató desde los tiempos de la guerra interna, cuando los Gobiernos de turno nos inundaron de miedo y mataron a los líderes más capaces de guiarnos. Pero a más de quince años del cese al fuego, ya deberíamos empezar a recuperarnos y organizarnos. Encontrar los nuevos líderes entre las generaciones que no fueron marcadas por la guerra, o bien por los líderes que sobrevivieron del conflicto armado. Y así, desde el entorno comunitario, empezar a pensar nuestras soluciones, sin esperar a que un gobernante llegue a darnos la Bolsa Solidaria o Segura, o que un diputado negocie una carretera que pase por la comunidad.
Sé que es difícil, y que lo primero que salta a la mente es que no hay recursos para pensar nuestras propias soluciones. Sin embargo, debemos reaccionar que ante esta clase política que hemos encumbrado a base de engaños y votos regalados a cambio de promesas y espejitos, nos ha fallado. Así que es momento de pensar en la política desde abajo o desde lo interno; quizá, así, poco a poco, empecemos a recrear nuestra política y tarde o temprano la politiquería partidista y dizque representativa empieza a caer, para dar paso a la política comunitaria y popular.