«Cristo en escorpión» de León Aguilera Radford


Grecia Aguilera

Hace más de doscientos millones de años, en el perí­odo Carboní­fero de la Era Primaria o Paleozoica, surgió uno de los animales invertebrados artrópodos más antiguos del planeta Tierra, el escorpión. Y desde entonces ha vivido entre parajes terrenales, siendo su camino desde las etapas más antiguas hasta el dí­a más lejano, que nadie en este mundo pueda imaginar. El escorpión seguirá y seguirá aún más allá del tiempo de los seres humanos como un testigo, conocerá de la última guerra, de la hecatombe, tendrá grabado en el cefalotórax el porqué del agónico y fatí­dico final de la humanidad. Sobrevivirá al desastre, al amargo ambiente contaminado, a los lagos envenenados con radiación. Renacerá una y otra vez en el tiempo que viene, en el tiempo que pasa, y en el tiempo que no acabará nunca.


Y tal vez sea la brillantez de Antares el reflejo de su sombra en la Tierra. El poema titulado «Cristo en escorpión» del pensador León Aguilera Radford, es de carácter profético. En esta magní­fica composición lí­rica, el autor vierte sus pensamientos cual «revelaciones» y los convierte en la historia del principio del fin de la humanidad. Aquí­ la afoní­a invade los inescrutables paisajes, áridos y desoladores. Es una continua y muda plegaria que surge de los cenizos escombros de una injusticia, lacrada en laberintos carcomidos de seres sin razón. A continuación transcribo para ustedes el poema de mi hermano, León Aguilera Radford.

CRISTO EN ESCORPIí“N:


Inmensos campos rojos

espacios ocre de arenas antiguas

paisajes de ruinas mudas:

dicen historias horribles

capí­tulos olvidados

donde los personajes son

la muerte y la asolación

en medio de ese horror

y de esa soledad

tras fatigar un sendero

espinoso, doloroso, casi mortal

al final del camino

un remanso

no más piedras filosas

ni barrancas insondables

tampoco lagos venenosos

ni vientos huracanados

sólo un piélago

sobre un mar de arenas blancas

bajo un cielo azul rojizo

que calcina hasta los huesos

pero la búsqueda sigue

hasta encontrar

vestigios de otro tiempo

piedras que fueron monumento

resabios de un dios antiguo

sobre la arena

se yergue sobre la cola

con las tenazas extendidas

y con las manos abiertas

en actitud desafiante y

dolorosa

entonces comprendo

la deidad estuvo allí­

para ser redescubierta

más allá del tiempo

a pesar de la destrucción

a pesar del holocausto

de una civilización de idiotas

de crueles guerreros

ávidos de beber su propia sangre

aquella figura

inmensa, ardiente y muda

me hizo entender

con su figura en cruz:

la esencia del dios

vive en la piedra

en la luz

en Cristo

y en el escorpión

que ora eternamente

en una lengua arcana

por aquellos idiotas

que dieron la vida por í‰l.