Crisis «permanente» del empleo en Guatemala


Las estadí­sticas sobre la participación de las mujeres en el empleo informal son inciertas. El desempleo alcanzó en Guatemala al 3.1 por ciento de la población económicamente activa en el 2004 y se redujo a 1.8 en 2006, lo cual es sorprendente y hasta

La falta de plazas vacantes en el sector formal, el incumplimiento de la legislación laboral y el enfrentamiento entre empleados y empleadores hace que el paí­s se encuentre en una crisis permanente.

Javier Estrada Tobar
jestrada@lahora.com.gt

El paí­s cuenta con indicadores de desempleo que serí­an motivo de envidia para economí­as avanzadas como España, sin embargo los números reflejan poco o nada de la realidad.Según un experto, el hecho de que

Todaví­a no sale el sol y Domingo ya está de pie, listo para ir a trabajar; aunque sólo tomó una taza de café y un pan dulce, el hombre de liviana complexión y de 67 años, sale de su casa a paso apresurado para ir a vender periódicos en las afueras del Hospital San Juan de Dios.

Domingo de la Cruz Juárez podrí­a ser sólo una cifra más en las estadí­sticas de empleo informal, pero él jamás lo aceptarí­a y no analiza su situación de esa forma. «Trabajo desde que tengo siete años; cuando era pequeño trabajaba en la milpa y ahora vendo periódicos (…) si lo dejo, me muero», indica.

Aunque el cansancio es evidente en su rostro, asegura que sus labores diarias son «necesarias» para mantenerse vivo, pese a que cada mes gana menos del salario mí­nimo y con mucha dificultad puede garantizar los alimentos para su familia.

De la misma manera, con arduo esfuerzo diario y constante, millones de guatemaltecos, desde niños hasta ancianos trabajan cada dí­a para garantizar su sustento diario y el de su familia, aunque la mayorí­a lo hace en un ambiente adverso.

Esto, porque conseguir un empleo formal en Guatemala es una tarea sumamente difí­cil y complicada, de acuerdo con el analista Jorge Santos, del Centro Internacional de Investigación en Derechos Humanos.

«Y no se trata sólo de la difí­cil situación económica, sino de diversos factores polí­ticos y sociales que intervienen en la ocupación, como el desarrollo humano y la competitividad, y ante todo, de los empleadores y sus condiciones», refiere el analista.

En contraste a la situación, el paí­s cuenta con indicadores de desempleo que serí­an motivo de envidia para economí­as avanzadas como España, que cuenta con una tasa de desocupados del 11.3 por ciento, o Estados Unidos, que tiene 5.8 por ciento. Sin embargo, los números reflejan poco o nada la realidad.

CRISIS PERMANENTE

De acuerdo con el Banco Mundial, el desempleo alcanzó en Guatemala al 3.1 por ciento de la población económicamente activa en el 2004 y se redujo a 1.8 en 2006, lo cual es sorprendente y hasta «difí­cil de creer» para el mismo ministro de Trabajo y Previsión Social, í‰dgar Rodrí­guez.

De esa cuenta, el funcionario asegura que el paí­s se encuentra en una crisis permanente en el área laboral, en vista de que los indicadores de empleo informal, subempleo y desocupación son elevados.

«Este Gobierno está tratando de salir adelante (pero) tampoco se pueden esperar cambios en dos años, a los problemas que venimos atravesando desde hace veinticinco, o más», dice Rodrí­guez a manera de justificación.

Según Santos, el hecho de que «menos del 5 por ciento de la población esté desempleada, no significa que el resto cuente con un trabajo formal, sino que se encuentra en una situación laboral precaria».

«En términos de datos estadí­sticos, todaví­a tenemos un enorme rezago. Estas tasas, parecidas a las de Europa, fueron construidas con métodos estadí­sticos que permiten ocultar la realidad, por lo que para comprender el problema, es necesario acudir a otras fuentes», señaló.

De acuerdo con el Centro Internacional de Investigación en Derechos Humanos, del total de la población económicamente activa, que el año pasado alcanzó a aproximadamente 5.3 millones de habitantes, el 80 por ciento trabaja en el sector informal.

El 16.9 por ciento restantes de la población en edad de trabajar tiene un empleo formal, aunque de la misma manera, una buena cantidad no goza de los beneficios de la seguridad social, prestaciones y el resto de beneficios que manda el Código de Trabajo.

JORNADA COMPLETA

A criterio de Israel Cuestas, autor de un estudio sobre economí­a y desarrollo, el empleo informal es una de las figuras laborales predominantes en América Latina y por supuesto, en Centroamérica.

«Es importante hacer notar que el empleo informal trae consigo complicaciones para el desarrollo humano de los paí­ses latinoamericanos (…) sin la garantí­a de una jubilación, presentaciones y seguridad social, se ve comprometida la calidad de vida que tendrán los actuales trabajadores en el futuro», explica el analista.

El empleo informal implica que el trabajador dependa por completo de su capacidad para generar bienes o comerciar con los medios de producción con los que cuente a la mano. Al no tener éxito en la actividad a la que se dedica, sus ingresos caen y con ellos, su capacidad adquisitiva y su calidad de vida, así­ como la de su familia.

En la misma lí­nea, complementa Santos: «como la mayorí­a de trabajadores independientes que forman parte del comercio informal no cuentan con el respaldo de un empleador, amplí­an sus jornadas hasta 15 o más horas diarias», lo cual resulta perjudicial en otros aspectos de su vida.

«Eso puede provocar problemas que van más allá del empleo. La salud del 80 por ciento de la población económicamente activa está en riesgo y no hay ninguna forma para protegerlos».

LEGISLACIí“N

Para Victoriano Zacarí­as, de la Central General de Trabajadores de Guatemala (CGTG), el problema del desempleo y empleo informal radica en los reducidos í­ndices de escolaridad de la población y la falta de cumplimiento de la legislación laboral.

«Guatemala tiene una sobreoferta de mano de obra barata, pero no es una casualidad, sino una estrategia para reducir los costes de producción en la agricultura, el comercio y la industria», sostiene el lí­der sindical.

Por otra parte, señala que el incumplimiento de la legislación laboral por parte de los «empleadores», así­ como la debilidad del ente rector para supervisar las garantí­as laborales son parte del problema.

«Está muy claro que los patronos no piensan pagar el salario mí­nimo, ni cumplir con lo que manda la ley y por otro lado, el Ministerio de Trabajo es inoperante para investigar y sancionar a quienes violan los derechos de los trabajadores», añade.

En coincidencia, el titular de la cartera de Trabajo señala que la discusión sobre la legislación laboral continúa siendo un «tabú» en el paí­s, en tanto que da la razón al sindicalista, cuando éste señala que la inspección de los derechos laborales es sensible.

Así­, Rodrí­guez confirma que la inspección es la parte más «flaca» del Ministerio de Trabajo, no obstante aclara que recurrentemente se realizan jornadas de supervisión en los centros laborales de los que reciben denuncias por parte de los trabajadores.

«Sin embargo, cuando se proponen cambios (para hacer más eficaz la legislación), nadie está de acuerdo (…) sigo pensando que es el Código de Trabajo es una ley muerta», refiere el funcionario». «Sigo pensando que hay que hacer cambios», apunta.

MíS EMPLEO

Por otro parte, el sector empleador plantea la flexibilidad laboral como una solución al problema al desempleo y el empleo informal, y como una forma de impulsar la competitividad.

En ese sentido, representantes de la Asociación Guatemalteca de Exportadores han explicado que el trabajo de tiempo parcial permitirí­a la creación de más empleos, en condicionas favorables para amas de casa, estudiantes y personas ya ocupadas, de tal forma que les permitirí­a ocuparse en dos o más actividades distintas

La propuesta ofrecerí­a un «plus» a la competitividad del paí­s para la inversión extranjera, sostiene el sector empleador, mientras que los grupos sindicalistas lo califican como un «atentado» contra los derechos de los trabajadores.

«Propuestas, consensos y acuerdos, eso es lo que necesitamos», puntualiza Rodrí­guez. El Ministro de Trabajo asegura que mientras la confrontación continúe como la forma de solucionar los problemas entre empleados y empleadores, la crisis permanente del empleo va a continuar. Los guatemaltecos nos merecemos algo mejor», apunta.

CONMEMORACIí“N DíA DEL TRABAJO


En todo el mundo, el primero de mayo se conmemora el Dí­a del Trabajo en honor de los Mártires de Chicago, obreros de una empresa estadounidense muertos en esa ciudad en el año de 1886, por llevar a cabo una huelga en demanda de una jornada laboral de ocho horas.

Tres años más tarde, en julio de 1889 se realizó en Parí­s el Congreso Internacional con representantes de los trabajadores de varios paí­ses europeos, en el que decidieron crear la Segunda Internacional, una organización entre cuyos fines se encontraba el de propugnar por el establecimiento de una legislación laboral favorable a la clase obrera.

La delegación francesa presentó la iniciativa para que se preservara en la memoria el sacrificio de los trabajadores caí­dos en la lucha por alcanzar las mejoras a las que todo trabajador tiene derecho.

El Congreso aprobó la iniciativa y estableció que cada Primero de Mayo, las agrupaciones laborales efectuarí­an manifestaciones públicas, además de exigir mejoras en sus condiciones de vida.

«Guatemala tiene una sobreoferta de mano de obra barata, pero no es una casualidad, sino una estrategia para reducir los costes de producción en la agricultura, el comercio y la industria».

Victoriano Zacarí­as

CGTG

«Este Gobierno está tratando de salir adelante (pero) tampoco se pueden esperar cambios en dos años, a los problemas que venimos atravesando desde hace veinticinco, o más». «No se trata sólo de la difí­cil situación económica, sino de diversos factores polí­ticos y sociales que intervienen en la ocupación, como el desarrollo humano y la competitividad, y ante todo, de los empleadores y sus condiciones».

JORGE SANTOS

CIIDH

«Este Gobierno está tratando de salir adelante (pero) tampoco se pueden esperar cambios en dos años, a los problemas que venimos atravesando desde hace veinticinco, o más».

í‰dgar Rodrí­guez

Ministro de Trabajo