La historia da cuenta de cómo ha ido decayendo la salud pública con el paso de los años, al punto de considerar este servicio como un privilegio y no un derecho, debido al poco presupuesto, falta de insumos, instalaciones inadecuadas, y hacinamiento de pacientes en los centros asistenciales, pero sobre todo, a la falta de iniciativa política para resolver estos problemas.
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Como si se tratase de una crisis sin fin, todos los años se interrumpen parcial o totalmente los servicios médicos en los centros hospitalarios públicos. El caso más reciente ocurrió en el Hospital Roosevelt que suspendió, días atrás, la sección de Consulta Externa debido a la inconformidad de los médicos residentes por la falta de pago de su salario mensual.
En una visita hecha recientemente al Hospital Roosevelt por La Hora, se observó cómo los médicos evitaban a los medios de comunicación, eso porque tras seis meses de huelga hospitalaria, la oficina de Comunicación Social de ese nosocomio optó por circular un comunicado en el cual ordenaba que «toda información o entrevista en relación a cualquier hecho de paciente o situación del hospital, para los medios de comunicación, escrita, radial y televisiva, sería coordinada por las direcciones del hospital».
«Lo que pretenden es filtrar toda la información y presentar al hospital como una institución sin problema alguno», refirió un médico. Aníbal Flores, sindicalista del sector hospitalario, indicó que por infringir esa norma, al trabajador -médico o administrativo- se le iniciará un proceso de destitución.
Los doctores que accedieron a proporcionar información, sobre la crisis hospitalaria, pidieron que no se publicaran sus nombres; uno de ellos comenta que en 14 años que lleva trabajando para el hospital, nunca había vivido una situación tan precaria como la actual. «Sólo con decirle que no tenemos ni siquiera papel para secarnos las manos, no digamos la ausencia de guantes y el equipo necesario para atender al paciente».
«Muchos de los laboratorios han cerrado o agenda cita hasta el otro año, esperando que la situación mejore». Efectivamente, para comprobar lo anterior, este vespertino se acercó al Banco de Sangre, solicitando una cita urgente, y aunque se insistió, una enfermera agendó para el 17 de febrero de 2011. «No sabemos qué decirle a los pacientes, ellos tienen la idea equivocada que es por haraganería que uno no los quiere atender y en realidad lo que nosotros queremos hacer es prestarles el servicio adecuado y sin los insumos no lo podemos hacer», enfatizó una doctora.
Pese a que en el Hospital San Juan de Dios la situación no ha llegado a ese extremo, los médicos consultados por La Hora indicaron que también deben soportar retrasos en los pagos y sobre todo, tienen que trabajar sin los insumos hospitalarios básicos para atender a los pacientes.
«Con mucha pena le tengo que decir a gente pobre que tiene que comprar jeringas y otras cosas para sus pacientes enfermos. El problema es que la mayoría de las personas que vienen no pueden pagar los insumos, medicamentos y otro tipo de material», explicó una médico residente.
En los centros asistenciales, clínicas solidarias y puestos de salud instalados en el interior de la República, la situación también es crítica, pues los galenos reconocen que la inversión en infraestructura y la asignación presupuestaria para el funcionamiento es escasa y apenas permite cubrir algunas necesidades.
GRATUIDAD CONTRA CALIDAD
Pese a que varios galenos coinciden en que la crisis hospitalaria ha sido «sostenible» en los últimos años, la situación se tornó más complicada con el aumento de la demanda de los servicios de salud con la declaración de las políticas de gratuidad, debido a que esto no representó un aumento significativo de presupuesto para la cartera de Salud Pública.
Para garantizar la gratuidad el gobierno erogó cerca de Q300 millones de quetzales adicionales a lo presupuestado para 2008.Todo parecía positivo, de no ser porque no se previó que al prohibir los cobros a los servicios médicos, la demanda iba a aumentar. Los médicos consultados coinciden que la actual crisis hospitalaria se debe, en gran parte, a la gratuidad, ya que el presupuesto asignado no se dio a basto en la compra de más insumos y medicamentos para las «nuevos» pacientes.
En realidad no existe una completa gratuidad en los servicios, ya que los hospitales al no darse abasto mandan a los pacientes a hacerse pruebas de laboratorio a clínicas privadas. «Seria excelente siempre y cuando se contara con el presupuesto necesario (…) los servicios de los hospitales nacionales no son capaces de prestar lo que el paciente necesita, y ellos de cualquier manera buscaran estos servicios fuera del hospital», explica el doctor Carlos Mejía, presidente del Colegio de Médicos de Guatemala.
Mejía refirió también que el problema hospitalario requiere de voluntad política para resolverlo, sin embargo hasta ahora no se han planteado soluciones para la sobre demanda y baja calidad de los servicios de salud pública, aunque la gratuidad ha beneficiado en cierta forma a la población
DEBILIDAD
La principal debilidad del Ministerio de Salud es el presupuesto. En 2006 se presentó una de las crisis hospitalarias más recordadas. El equipo médico y administrativo de los hospitales Roosevelt y San Juan de Dios inició una huelga que duró 5 meses: 31 nosocomios en todo el país apoyaban la demanda de medicinas e insumos médicos.
Entonces se reportó? el deceso de seis internos que por la falta de respiradores mecánicos y espacio en la Sala de Cuidados Intensivos dejaron de sobrevivir y dejó de atender a 2 mil 700 pacientes.
El presupuesto para ese año era de Q2 mil 405.7 millones y la demanda exigía un aumento de tres mil millones de quetzales, así como la destitución del director del Hospital General, el doctor Ludwig Ovalle. Ninguna de las dos peticiones fueron atendidas por el entonces presidente í“scar Berger y, respetando la política de «salud de arrastre», se dio por finalizada la huelga médica con acuerdos superficiales.
El problema está en que los servicios de salud se adaptan al presupuesto asignado, en lugar que el presupuesto se adapte a los servicios y necesidades hospitalarias.
En el 2008 el presupuesto ejecutado por el Ministerio de Salud Pública rondaba los Q2 millones 600 mil; para 2009 era de Q3 mil millones 235 mil, y para este 2010 se encuentra en Q3 mil millones 814 mil. Estos pequeños aumentos no bastan, la petición inicial en la huelga de médicos de este año está en exigir Q5 mil millones, refiere Flores.
La razón por la cual no se dan a basto estas cantidades asignadas es porque la mayor parte de ese dinero va al pago de deudas que se arrastran en la cartera de Salud desde 1998, según el sindicalista
Por el momento, Ovalle, actual ministro de Salud y ex director del Hospital San Juan de Dios, ofreció? el pago de Q20 millones para suministrar a los Centros de Salud de insumos necesarios para el cerrar el año. Aún así, Flores insiste en que ese dinero es ?nicamente para saldar las deudas con las farmacéuticas y compromisos financieros con tinte político.
Uno de los factores fundamentales de la situación presupuestaria la explica un informe de la congresista Nineth Montenegro, del cual La Hora hizo una publicación el pasado 10 de noviembre, en el cual se explica que «el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social también han visto mermados sus ingresos durante los primeros dos años de este gobierno por una cantidad de Q631.4 millones, de los cuales Q581.4 millones fueron trasladados en diferentes ampliaciones presupuestarias para los programas sociales de Cohesión Social que no tienen estructura programática y no se pueden fiscalizar».
Aunque el dinero se invierte en programas sociales, no necesariamente llega a los hospitales y Centros de Salud, lo que crea un desbalance en las finanzas de los hospitales.
En cuanto a las declaraciones del Colegio Médico, Marlitt Valenzuela, vocera del Ministerio de Salud, afirma que «como profesionales, ellos pueden dar la opinión que quieran, pero durante el gobierno de ílvaro Colom no podemos decir que no hay voluntad política».
A esto se refiere al comentar que se dio gratuidad en los servicios de salud, que se ha atendido a más de 2 millones de personas en este año, a la inauguración de una nueva área de emergencia en el Hospital Roosevelt, la entrega de equipo médico a la Unidad de Pediatría del mismo hospital y a la reciente entrega del hospital distrital de Chimaltenango que hizo el actual ministro Ovalle.
«Ya hemos dicho que necesitamos un presupuesto de Q600 mil millones para trabajar bien, por lo que hacemos un llamado al Estado y al Legislativo a trabajar en conjunto», finalizó Valenzuela.
Aníbal Flores
Sindicalista
Un joven fue dado de alta del Hospital San Juan de Dios, el pasado 1 de noviembre, luego de haber sufrido un accidente de tránsito. Sin embargo, de la cabeza todavía brotaba sangre sin que nadie lo pudiera controlar, dice Claudia, una testigo del suceso. Debido a la situación crítica del paciente, los familiares lo llevaron a una clínica privada, de donde le extrajeron trozos de vidrio, previo a suturar la herida. «Su vida estaba en riesgo, pero eso parecía no importarle a los médicos que lo atendieron en el hospital público». «En el San Juan de Dios sólo le inyectaron la vacuna antitetánica y una receta de analgésicos, pero nunca revisaron bien si tenía cuerpos extraños en la cabeza ni se preocuparon por detener la hemorragia».
«SEGURO FUE UNA MALA PRíCTICA»
Todos los meses Estela visitaba el Hospital Roosevelt para controlar su diabetes. La última vez los médicos le detectaron un problema de catarata en un ojo. Debido a las circunstancias, se internó a la paciente para que se practicara una intervención ocular que le dejó serias consecuencias. «Estuvo mucho más tiempo internada en el hospital y el problema con el ojo no se solucionaba», dice la nieta de Estela. Al final, se informó a los familiares de la paciente, «que no se sabía cuál era exactamente el problema ocular», pero se le dio de alta. Estela perdió la vista en el ojo afectado sin saber por qué se había complicado su situación. «Seguro fue una mala práctica médica, pero es difícil de comprobar, pues el expediente se extravió», dice la nieta.
«CON HEPARINA ME QUERíAN ENGAí‘AR»
Rolando recuerda poco de su estancia en el Hospital Roosevelt, pero no olvida el día en que una inyección de heparina le causó serios problemas hematológicos, debido a la negligencia de una enfermera que le proporcionó la sustancia sin el control adecuado. «Realmente tenía serios problemas de la presión y necesitaba atención urgente y por eso tuve que ir rápido al hospital», dice. Mientras se le atendía en el nosocomio, una enfermera le aplicaba recurrentemente la heparina, pero no controlaban las dosis de la sustancia. Días después se dio de alta a Rolando, pero debido a su situación tuvo que ser internado en una clínica privada: «El médico me dijo que la heparina había complicado mi situación, fue terrible».
El doctor Carlos Mejía, presidente del Colegio de Médicos comparte que tal vez esta no sea la peor crisis de todas, pero se acerca mucho a serlo.
¿Qué sucede con el presupuesto asignado cada año, cree que está mal orientado?
El presupuesto de salud esta orientado no a la prevención, si no a la recuperación de la salud. Los programas de prevención son muy débiles
¿Cree que las clínicas son una respuesta a la crisis?
Los furgones que acaban de instalar no tienen ninguna utilidad, son una situación que no soluciona nada, los pacientes del Hospital Roosevelt no son pacientes que se debieran tratar en cualquier centro de salud, ellos necesitan un seguimiento y un control, algo que no se da en estas clínicas.
¿Considera que la actual crisis es la más grave que se ha vivido en los últimos tiempos? Es una de las más graves, recuerdo que en 1991 en el hospital no teníamos ni siquiera sábanas para envolver a los niños y llegamos al extremo de envolverlos en hojas de periódico, esa fue una de las peores, actualmente no hemos llegado a ese extremo pero estamos muy cerca. Desde que soy estudiante de medicina, en el «78, las crisis se repiten cada 2 años.