Crisis en la Usac (I)


El tí­tulo sugiere un hecho coyuntural; por ejemplo, que los estudiantes estén a punto de repudiar, masivamente, la nueva cuota estudiantil que algunos miembros del CSU han propuesto. El problema, sin embargo, no es coyuntural; hoy, es estructural y endémico. El prestigio académico, social y polí­tico de la Usac está en el suelo, como percibimos durante el III Foro Social de las Américas, del 7 al 12 de octubre, en el cual fue notable la ausencia de la comunidad sancarlista.

Lic. Raúl Molina

En dicho Foro expuse algunas ideas sobre el reto por delante para devolver a San Carlos su papel constitucional e histórico. Adelantaré algunas acá, aunque tendré que aportar muchas más en las semanas venideras. La Usac necesita no sólo de una reforma universitaria sino de una transformación universitaria. Habrí­a que reformar la Constitución; pero ello no parece ni factible ni atractivo; por ello, la transformación tendrá que hacerse en el marco de los artí­culos 82 al 90 de la actual Carta Magna. Lo que sí­ es posible y necesario es reformar la Ley Orgánica. Pero, ¿quién debe reformarla? Teóricamente, el Congreso de la República; en la práctica, debe ser la propia Usac la que proponga el texto. La defensa ante el Congreso será tarea de estudiantes, profesores, profesionales, trabajadores y autoridades, tomándose las calles de ser necesario.

La responsabilidad primaria de la transformación universitaria corresponde a la comunidad universitaria. Hay diagnósticos de la situación y existen consensos ya sobre cambios urgentes para hacer que la Usac cumpla con su mandato constitucional y se democratice plenamente. Hace falta, sin embargo, una fuerza motora. No se puede pensar en la mayorí­a de autoridades, dirigentes y catedráticos, porque se han acomodado al status quo y prefieren seguir con su inercia, aún si se continúa rumbo al colapso. Las elecciones de rector y decanos, que debiesen servir para la promoción de visiones nuevas, se han vuelto intrascendentes y con objetivos a corto plazo.

El sector estudiantil queda como opción para ser fuerza motora. Es un sector, sin embargo, que ha perdido su capacidad de análisis y su potencial de lucha. Reacciona, principalmente cuando sus intereses son vulnerados; pero no promueve ni exige los cambios en la Usac que el paí­s necesita. Con su capacidad de fraccionarse, los estudiantes ignoran las lecciones de la historia de que el diálogo y la unidad son los únicos instrumentos que los oprimidos tienen para lograr ser fuerza. Ciertas discusiones que he leí­do en estos dí­as entre grupos de estudiantes muestran cómo cada grupo pretende ser más radical que el otro y lo confronta. Hasta con el llamado a recuperar la memoria histórica se ha perdido la capacidad de sumar y multiplicar. Se sigue con la resta y la división.

Así­, la primera idea que propongo a los estudiantes, al igual que a los pocos catedráticos, profesionales, autoridades y trabajadores que quieran rescatar a la Usac, es la de abrir un espacio de diálogo, incluyente y no sectario, en el cual se pueda consensuar un proceso para iniciar, de inmediato, la discusión en torno a la Usac que se quiere para el siglo XXI: una universidad nacional y autónoma al servicio de las grandes mayorí­as del paí­s.