El Rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala está buscando intensamente apoyos para lograr que el gobierno le sitúe los fondos que no le fueron entregados a esa casa de estudios en los últimos años, puesto que la falta de recursos ha provocado una crisis de tal magnitud que tendrían que cerrarse varios programas. Ha recurrido a todas las instancias en busca de ayuda y ayer hizo una gestión que podría parecer tardía, puesto que al fin decidió acercarse a la gente de la UNE para pedir lo que nunca les pidió ni a Álvaro Colom ni a su todopoderosa mujer.
Y es que fue en el gobierno de Colom cuando el Ministerio de Finanzas empezó a incumplir con la obligación constitucional de entregar a la Universidad de San Carlos el aporte consignado en nuestra Carta Magna. En esos momentos el Rector decidió “apechugar”, como decimos en buen chapín, en vez de elevar su voz en forma firme para exigir el cumplimiento de la ley y para asegurar que las funciones de la máxima casa de estudios de Guatemala no se vieran afectadas por la ausencia del dinero que le corresponde a la Usac.
Creemos que si en ese momento el Rector Magnífico de la Universidad de San Carlos alerta a la comunidad académica del país del atropello dispuesto por las autoridades del gobierno y concretamente por el Presidente de la República y el Ministro de Finanzas, sin duda hubiera habido una amplia respuesta solidaria con las autoridades universitarias. Hay que decir que en ese gobierno por lo menos dos profesionales que pasaron por el Ministerio de Finanzas tuvieron que abandonar el puesto debido a las órdenes que recibían de la esposa del Presidente que llevaba los pantalones, por ello es que se trata de una responsabilidad compartida.
No hay que ser genio ni economista para entender que cuando se dejan de cumplir las obligaciones financieras, se acumulan deudas que cuesta mucho pagar. No es lo mismo erogar anualmente una suma comprometida que, de la noche a la mañana, verse en la obligación de juntar el dinero para pagar cuotas atrasadas. Pero no hay muchos acreedores tan complacientes como el Rector que no se dio cuenta en aquellos años de que le estaba faltando el pago, mismo que ahora con razón reclama, pero obviando su propia responsabilidad en haber sido tan complaciente con aquella pareja que echó mano de los fondos públicos para montar una campaña política tan personal como ilegal.
Minutero
El Rector exige el pisto
que le dejaron de dar;
pero nunca quiso alegar
si Colom se hizo el listo