Crisis económica anticipa victoria del centro derecha


Inter29_6

Pocas veces unas elecciones en España parecieron estar tan decididas de antemano.

La grave crisis económica y de deuda junto a una tasa de desempleo del 21,5% marcan las elecciones generales del próximo domingo, en las que se espera que los votantes desalojen al socialismo del poder y dejen el gobierno en manos de la oposición conservadora.

Por JORGE SAINZ MADRID / Agencia AP

Todas las encuestas, sin excepción, vaticinan un arrollador triunfo del centroderechista Partido Popular (PP) y su lí­der Mariano Rajoy sobre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que encabeza el candidato Alfredo Pérez Rubalcaba.

Rajoy; un polí­tico de dilatada trayectoria, escaso carisma y poca popularidad en los sondeos, que ya perdió las dos anteriores elecciones; parece más cerca que nunca de la Presidencia del gobierno en su tercer intento.

Pero su mandato, se iniciarí­a en unas circunstancias muy complicadas para España y Europa.

«El gran problema es el estancamiento económico, la falta de crecimiento y junto con ello la elevadí­sima tasa de desempleo», dijo José Luis ílvarez, director del departamento de Economí­a de la Universidad de Navarra. «Esos son los principales condicionantes de la economí­a española y es lo que lastra a todo lo demás, incluido el problema de la sostenibilidad de la deuda».

La victoria de Rajoy, de 56 años, devolverí­a el poder a los populares tras casi ocho años de gobierno socialista de José Luis Rodrí­guez Zapatero, quien imprimió un sello liberal a sus polí­ticas sociales impulsando leyes como la del matrimonio homosexual.

Pero la gestión económica socavó la imagen de Zapatero, muy criticado por negar la gravedad de la situación en un primer momento y después actuar tarde y de manera errática para contener la hemorragia causada por la crisis internacional y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria ibérica.

La misma burbuja que infló el crecimiento español en la última década.

Zapatero, consciente de la caí­da de su popularidad, anunció que no concurrirí­a a un tercer mandato y decidió adelantar las elecciones, previstas inicialmente en marzo de 2012, para tratar de minimizar el daño a las opciones socialistas.

El veterano Rubalcaba, de 60 años, ex ministro del Interior y vicepresidente de la mano de Zapatero, emergió como el candidato del PSOE.

Desde entonces, los principales indicadores económicos no hacen sino dibujar un cielo cada vez más negro. El desempleo del 21,5% tiene a casi 5 millones de personas desocupadas. La economí­a se estancó en el tercer trimestre de 2011 y amenaza con volver a la recesión, mientras que la crisis asola al euro y la presión sobre la deuda ibérica siguen teniendo a España como candidato a un rescate financiero similar al de Grecia, Irlanda y Portugal.

«Por ahora, la izquierda en España está acabada», señaló Antonio Sanz, un votante socialista que trabaja como comerciante y ha estado desempleado los últimos siete meses. «No vemos una salida fácil, porque todo lo que nos rodea es más de lo mismo».

«Estamos viendo Italia, Portugal, Grecia y nosotros (España) estamos en el medio de este lí­o», añadió.

Aunque la victoria es dulce por definición, la papeleta de Rajoy, si finalmente gana, no resultarí­a sencilla.

El lí­der popular enfrenta el dilema de combinar los ajustes y la reducción del déficit con la necesidad imperante de reflotar la economí­a y evitar otra recesión.

En el único debate televisado entre los dos candidatos el 7 de noviembre, Pérez Rubalcaba cuestionó reiteradamente a Rajoy sobre su programa económico, como si diera por hecha la victoria de su rival, y le acusó de guardar una agenda oculta de recortes sociales en la Sanidad y la Educación pública.

«Ni el PP ni el PSOE explican que polí­tica económica harí­an. Hablan de objetivos», explicó ílvarez. «El PSOE habla de defender el estado del bienestar sobre todo. El PP habla de reformas para generar empleo».

«Pero ninguno entra a detallar lo que va a hacer. Echo de menos un esfuerzo didáctico y de explicar a la ciudadaní­a lo que hay que hacer y por qué hay que hacerlo y que, desgraciadamente, va a tener algún coste», agregó.

Poco o nada se ha podido saber en campaña de los planes de los candidatos. Rubalcaba anunció nuevos impuestos a las grandes fortunas y los bancos para financiar planes de empleo. Incluso mencionó de pasada una reorganización del Ejército para ahorrar costes.

Rajoy prometió rebajas de impuestos a pequeñas y medianas empresas que fomenten la contratación a partir de enero.

«Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, endeudándonos y ahora nos encontramos con que el peso de esa deuda es muy fuerte y tenemos que gastar un poquito menos», argumentó ílvarez. «El estado del bienestar es sostenible si tienes una economí­a que crece. Si tienes una economí­a que se empobrece, que es lo que ocurre ahora, hay que ser austeros».

La economí­a centra de tal manera el debate, que ni polí­ticas como la migratoria, la exterior ni siquiera el deseado anuncio del grupo separatista vasco ETA de abandono de la violencia tras más de 40 años de lucha armada ha alterado el escenario y el guión previstos.

Rubalcaba, como ex ministro del Interior, jugó un papel clave en el camino recorrido hasta llegar al anuncio de ETA. Pero no parece que el socialismo haya recortado las distancias.

En las elecciones del próximo domingo, más de 35,7 millones de españoles están llamados a las urnas para elegir los 350 escaños del Congreso de los Diputados y más de dos tercios del Senado.

En la legislatura que termina, el socialismo ocupaba 169 asientos por 154 del PP. La encuesta de Metroscopia publicada el pasado fin de semana por el madrileño El Paí­s concedí­a a los populares un récord de 196 escaños, relegando al PSOE a los 110.

Una ventaja de 14 puntos, que darí­a al PP su mayor victoria histórica en la era democrática inaugurada en España tras la muerte de Francisco Franco en 1975.

«Vamos a necesitar ser muy valientes, pero también muy prudentes», dijo Rajoy en una entrevista al diario El Mundo sobre sus polí­ticas económicas.

«Fuera de España, el mensaje es que vamos en serio, que vamos a hacer bien las cosas», agregó.