Los efectos del incremento en el costo del combustible y la crisis económica estadounidense, además de las condiciones de producción en el país, provocan el cierre de empresas textileras y la pérdida de miles de empleos.
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Sólo en el primer semestre del 2008, diez empresas del sector textil se vieron obligadas a cerrar y, con ello, más de 4 mil 500 personas perdieron un empleo estable, asegura Rolando Figueroa, de la Comisión de Vestuario y Textiles (Vestex) de la Asociación Guatemalteca de Exportadores.
Las consecuencias del cierre de las empresas son serias para la economía del país, comenta Figueroa, debido en parte a las implicaciones que tiene para los desempleados tener que participar de actividades económicas informales, donde sus ingresos son inestables y no tienen garantías laborales.
En el fenómeno de la desmotivación del sector textil se reconocen diversas causas, entre las que lidera la influencia de la crisis económica en Estados Unidos (EE UU) en la productividad de las plantas textileras centroamericanas, ya que éstas tienen a Norteamérica como su principal destino de exportación.
Los problemas económicos por los que atraviesa EE UU repercuten en todos los socios comerciales, y por consecuencia estos dejan de tener esperanzas en su principal comprador cuando su economía está en problemas. «La crisis en Estados Unidos nos ha afectado bastante», indica Figueroa
Debilidad interna
Pero las dificultades para los productores empiezan con las condiciones internas del país, pagando altos costos de elaboración a través de la factura en seguridad privada, energía eléctrica y transporte.
En estos tres rubros se concentra un buen porcentaje del índice de competitividad, señala Pablo Urrutia, analista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales.
La generación de energía eléctrica por medio de los combustibles derivados del petróleo tiene como resultado el incremento en el costo de este servicio, al igual que el mal estado de las carreteras en el país y el incremento del diésel provocan el alza en el transporte de carga, sostiene Urrutia.
El experto considera que la inseguridad y violencia social son dos condiciones que acrecientan aún más la desmotivación de los empresarios del sector textil para continuar operando en el país.
«Cuando las condiciones de producción ya no son favorables, se encuentran con dos opciones que son trasladar las plantas de operación a otros países con mejores condiciones o cerrar las fábricas (…) y al final la mayoría se decide por la segunda», puntualiza.
Según Figueroa, con una mejor infraestructura vial, puertos, aduanas, y una política de competitividad que mejore las condiciones para los productores, se podría generar empleo para personas que actualmente laboran en el sector informal.
«Los retos del Gobierno para restablecer la competitividad son complicados pero no imposibles de lograr», asegura el agregado de Vestex.
Duda
Pese a los argumentos sobre la desmotivación en el sector textil, Ana Isabel Sicajá, desempleada de una maquila, asegura que la producción continua siendo rentable para las empresas instaladas en el país.
Sicajá asegura que el incremento en el costo de producción no se compara con los beneficios que obtienen las empresas al contratar personal no capacitado, a quienes pagan un salario «miserable».
«Cuando una maquila no le quiere pagar las prestaciones a los empleados se declara en quiebra, y después los mismos dueños abren otra empresa para contratar a nuevas personas».
De no realizar un trabajo en conjunto con el Gobierno, las empresas y la población se verán seriamente afectadas por el cierre de más empresas, asegura Figueroa, ya que el resto de este año se vislumbra negativo para el área textil.
El cierre de la fábrica Polar, del Grupo Cantel, el 14 de julio pasado, representó un hecho histórico en la industria textil en el país.
Tras 134 años de funcionamiento, el consorcio de origen quetzalteco nunca había atravesado por tan mal momento, aseguró Alejandro Ceballos directivo de la empresa.
Según Ceballos, mil 500 empleos se perdieron por el cierre de las plantas productoras de hilos, etiquetas y uniformes para la exportación, que tenían por principal destino a Estados Unidos.
A criterio de Urrutia, el cierre de esta división de Cantel es un indicador de que la producción textil en el país atraviesa por un mal momento.