Crisis de deuda amenaza unidad


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Mientras los Ministros de Hacienda de Europa intentaron los últimos dos dí­as elaborar una estrategia para contener la crisis de la deuda soberana, la historia de esta ciudad, ahora polaca, podrí­a ilustrar lo que está en juego: una unión europea precedida por siglos de guerras encarnizadas y que lentamente ha captado a los antiguos estados comunistas del este del Viejo Continente.

Por GABRIELE STEINHAUSER BRESLAVIA / Agencia AP

Los temores a una bancarrota obligaron ya a tres paí­ses -Grecia, Portugal e Irlanda- a recibir miles de millones de euros en créditos de rescate, lo que ha conmocionado la economí­a global y los mercados de todo el mundo.

Empero, la crisis europea abarca mucho más que el euro usado por 17 naciones.

«Deberí­amos estar al tanto lo que está en juego. No se trata solamente del bienestar de esta generación o la próxima generación, sino que sobra insistir que luchamos también por la seguridad de ésta y las futuras generaciones», dijo el ministro de Hacienda polaco Jacek Rostowski tras un encuentro que no logró convencer a los mercados de que Grecia no caerá en la bancarrota y grandes economí­as como las de Italia y España puedan ser rescatadas en caso de correr la misma suerte.

«Si se dividiera la eurozona, es difí­cil imaginar que no se dividiera igualmente la Unión Europea», indicó. «Es difí­cil imaginar que Europa fuera tan segura como ahora es la Unión Europea».

La historia de Breslavia ilustra a lo que se refirió el ministro.

Breslavia cambió varias veces de nacionalidad en los últimos 400 años, pasando de Bohemia a Austria, Polonia, Alemania e incluso llegó a ser ocupada por la tropa de Napoleón, antes de ser ocupada por los nazis y finalmente dominada por los comunistas de José Stalin. Fue entonces cuando los alemanas que quedaban en la ciudad tuvieron que abandonarla y Breslau, el nombre germano de la ciudad, pasó una vez más a llamarse Breslavia.

Polonia no usa hoy el euro y tras cinco años de gestiones para adoptarlo, el gobierno polaco declaró que, por ahora, abandonar el zloty y adoptar el euro no compensa el riesgo.

«Todaví­a no hemos llegado a lo que deberí­a ser una plena unión monetaria y la crisis ha demostrado que no es suficiente tener normas comunes, hay que hacerlas cumplir», dijo el ministro de Hacienda de Luxemburgo, Luc Frieden. «Y todo lo que pueda contribuir a ello es absolutamente necesario».

En cualquier caso, advirtieron los economistas, el fracaso del euro podrí­a empujar a Europa, y con ella otras partes del mundo, a otra recesión, perjudicarí­a el comercio global y eliminarí­a miles de empleos.