Crisis de angustia (ataques de pánico) Miedo a morir, miedo a la locura


La angustia es una enfermedad que suele llegar a ser discapacitante para muchas personas, se caracteriza por los siguientes sí­ntomas sobre todo corporales: Palpitaciones (percepción del latido cardí­aco) o pulsaciones aceleradas (taquicardia), sudoración, palidez, temblores o sacudidas musculares, sensaciones de ahogo o falta de aire, opresión en la garganta (sensación de no poder respirar) o en el pecho (algunas personas piensan que están cursando con un ataque cardí­aco), náuseas, vómitos o molestias y dolores abdominales, inestabilidad, mareos o desmayos, sensación de irrealidad (sentir extrañeza por el mundo externo), despersonalización, sensación de no ser uno misma/o, hormigueos en diferentes partes del cuerpo, escalofrí­os o sensación de sufrir frí­o intenso. Miedo a morir o estar sufriendo un ataque cardí­aco o alguna enfermedad grave que ponga en riesgo la vida, así­ como puede presentarse, miedo intenso a volverse loco o a perder el control.

Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
crismodenesi@gmail.com

Las crisis suelen durar menos de una hora, con un pico de máxima vivencia a los 15 minutos, luego los sí­ntomas desaparecen, pero persiste el temor de cuando vendrá el siguiente episodio. Que pueden tener diferente periodicidad. Es una de las consultas psiquiátricas más frecuentes a médicos y en especial a cardiólogos. En algunas oportunidades estos pacientes no son derivados a la atención médica psiquiátrica, teniendo como consecuencia la cronicidad del trastorno.

Las crisis de angustia no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (drogas, alcohol, fármacos) o una enfermedad médica (por ejemplo hipertiroidismo). Para lo cual es conveniente que las personas tengan una detallada historia clí­nica de su enfermedad y una evaluación médica fí­sica.

Se puede diagnosticar este trastorno con o sin el sí­ntoma de agorafobia, esto significa:

a. Aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difí­cil, y sentir que la ayuda necesaria no estará a disponibilidad. Los temores agorafóbicos suelen relacionarse con un conjunto de situaciones caracterí­sticas, entre las que se incluyen estar sólo fuera de casa; mezclarse con la gente o hacer cola.

b. Las situaciones se evitan (se evita conducir, salir de casa), o se hace necesaria la presencia de una persona acompañante para soportarlas.

c. Esta ansiedad o comportamiento de evitación no es debida a otro trastorno mental como fobia social (evitación limitada a situaciones sociales por miedo al ridí­culo), o a temores especí­ficos de las fobias especí­ficas.

Las crisis de pánico pueden cursar con otros desórdenes de ansiedad y también conducir a las personas a cuadros depresivos. Y cuando se acompañan de agorafobia, pueden conducir al aislamiento social de las personas que las padecen.

También es parte del cuadro clí­nico de las crisis de pánico, también comparte como muchos otros desórdenes psiquiátricos, la dificultad de su aceptación y la búsqueda de ayuda profesional. El tratamiento va orientado al uso de medicamentos ansiolí­ticos y antidepresivos. A un proceso de psicoterapia en el caso de este desorden se plantea con mayor éxito la cognitivo/conductual. Y dentro de ello la educación en técnicas de autocuidado personal, como son las técnicas de relajación, de meditación, imaginerí­a, organización de prioridades. Y el aprender a la confrontación y al manejo de los sí­ntomas manifiestos.

Algunas veces las personas han de tener suspensión temporal de sus tareas cotidianas; y ello incluye también el trabajo.