Separados entre partidarios o detractores del derrocamiento del presidente Manuel Zelaya, los hondureños dejaron sus diferencias para seguir por televisión la noche del miércoles el juego que su selección perdió ante Estados Unidos por la Copa Oro de Fútbol, en medio de la tensión política.
En un ambiente de fuerte lluvia, los habitantes de Tegucigalpa, que han vivido diez noches bajo toque de queda, aprovecharon el partido para distender el ánimo y se juntaron en torno a las pantallas de televisión en sus casas o en locales públicos.
«Aquí estamos de todos los colores, liberales y cachurecos (nacionalistas) para ver el juego, es que la selección nos une a todos», dijo, el abogado Carlos Reinoso, que siguió en un restaurante la transmisión del partido que culminó con una derrota 2-0 del conjunto centroamericano.
A su lado, Carmen -su novia- vestida con la camiseta azul de la selección, dijo que también disfrutaba del partido como una forma de bajar los exaltados ánimos, tras las protestas que se han presentado casi a diario desde el comienzo de la crisis el 28 de junio y que incluso provocaron dos muertes.
«La realidad de Honduras no es la de las protestas que se han vivido estos días. Este es un pueblo pacífico y ojalá así lo entiendan en el mundo entero», indicó.
En otra de las mesas, Pastor Ramírez, un ingeniero de 42 años, también seguía el juego con interés. «Acá en el país, el fútbol es algo que nos une. Y en este momento es muy importante porque nos distrae pero también nos congrega en una causa común», manifestó.
Más escéptico Daniel Merano, su compañero de mesa y perito mercantil, señalaba que «el impacto del fútbol es meramente anímico, claro que nos alienta pero lamentablemente no cambia la realidad política».
Merano dijo que espera que pese a la derrota la selección hondureña «llegue hasta semifinales» de la Copa de Oro, que disputan los países de Centro y Norteamérica.