Crisis alimentaria


El efecto dominó ocasiona las crisis en el paí­s. La pobreza envolvente y una sequí­a adversa provocan la crisis alimentaria. Por lo tanto la hambruna afecta sobremanera. En los cuatro costados es notorio ese perfil siniestro. De í­ndole general, pero respecto a la niñez, esta problemática es alarmante y sombrí­a. Una sumatoria complicada.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

Penoso caso que data de tiempo atrás. Lejos de haberse revelado tan angustiosa situación, hay soslayamiento. Máxime en el interior, aun más referente al área rural. Patético aldabonazo provocó Jocotán y Camotán. Entonces los sucesos empezaron a evaluarse en su verdadera dimensión. Pero la amnesia hace de las suyas pronto, sobre ruedas.

Mediante su percepción en tal sentido basta para ese reencuentro. Esta crisis -hambruna- en realidad, supera cualquier cálculo con excedente notorio. De verdad algo de naturaleza fundamental, de cara a la vida deja huella profunda e indeleble. Una limitación alimentaria imposible ocultar. Ocupamos rango último junto a Haití­. Así­ es.

Un mano a mano, un pulso a punto de colapsar entre el aludido paí­s en Latinoamérica y el nuestro. Además de otro similar, atinente al campo educativo. Nada más y nada menos que una materia pendiente de ser aprobada sin fecha concreta. Concerniente al vetusto problema del analfabetismo, carente de resultados efectivos, sólo publicidad.

Considerable sector del ámbito nacional se alimenta en forma deficiente. Desde antes ocurre tan notoria limitación exacerbada, que avanza a todo vapor. La pobreza severa es responsable del caso tremendo. En el área rural remota, consiste en tortilla, chile y café. Cuando mucho tortilla con sal, aunque gana espacio: tortilla, frijoles y café.

Sin embargo, en las áreas urbanas tampoco es a base de los grupos estipulados. Garantes del balance necesario que exige la dieta. Más allá del descuido y de otras apetencias, influyen los recursos monetarios. A causa de la crisis financiera y carestí­a en precios de la canasta básica. Existe evidente reducción en el poder de compra general.

En el presente pone su cuota dificultosa a la población, la arrasante sequí­a, generadora de pérdidas de cosechas. Son cuantiosas respecto al maí­z y frijol, base alimentaria popular. Tal impacto hace tambalear y eleva los precios más allá de las nubes. Las supersticiones, mitos y creencias absorbentes son superadas por fenómenos naturales.

Suma y sigue sin cortapisas el hecho manifiesto en la actualidad. Sale a luz, al final del túnel, donde el cambio climático tiene vela. También aflora campante la mano salvaje y destructora de gente en su mayorí­a. Dan cuenta sin piedad de los recursos que natura prodiga a manos llenas. A tí­tulo de contrapeso extraterrestre, aquí­ y allá.

El Gobierno central tiene planes destinados a paliar el caso dentro del panorama por demás crí­tico. La contrapartida cobra acción ojalá inmediata. Tendrá despegue la Seguridad Alimentaria, en medio del problema, palabra mayor. A la vista está que poderoso caballero es don dinero. El Ministerio de Agricultura, Ganaderí­a y Alimentación (MAGA) gastará Q.60 Millones.

Con un plan de contingencia se pondrá firme la cartera. Pretenden asistencia a 150 mil personas, mediante la bolsa Solidaria Rural Temporal. El Gobierno erogará Q.140 millones, a parte los Q.196 que ejecutará Mi familia Progresa. Destinados a más de 673 comunidades del nororiente del territorio patrio. Danza de millones en tiempos crí­ticos.

Según pronósticos el fenómeno de El Niño provocará mayor seguí­a a finales del 2009 y principios del 2010. Conviene el señalamiento que la ayuda no responda a intereses polí­ticos. Merece el caso sonado equidad a toda prueba y una total transparencia en dicho manejo. Estos es lo principal, lo demás son palabras y más palabras.