La tensión aumentaba hoy en Líbano tras la muerte de un manifestante pro sirio en una riña con partidarios del gobierno, mientras las protestas lideradas por la milicia chiíta Hezbolá para tumbar al primer ministro Fuad Siniora no daban señales de apaciguamiento.
La muerte de este manifestante en un barrio poblado por simpatizantes del gobierno marcó el primer incidente violento en Beirut desde el comienzo de las protestas indefinidas el viernes pasado, lo cual ha despertado temores de una guerra civil en algunos sectores del país.
Hezbolá impulsa la manifestación contra un gobierno que considera corrupto, débil y que ya no representa al pueblo libanés tras la renuncia de cinco ministros chiítas y un cristiano el mes pasado.
El gobierno de Siniora se empeña no obstante en permanecer al frente del país, e insiste en que sólo el diálogo, y no las protestas, pueden resolver la crisis política. La oposición promete seguir manifestándose en las calles hasta que el gobierno ceda.
En medio de preocupaciones sobre las consecuencias regionales del estancamiento, el jefe de la Liga Arabe, Amr Mussa, intenta mediar entre el gobierno, dirigido por una mayoría parlamentaria antisiria, y líderes de la oposición pro siria.
Unas 100 mil personas se volcaron a las calles el domingo, agitando banderas y llamando al primer ministro a renunciar en la protesta dirigida por chiítas y los cristianos seguidores del general Michel Aun, desilusionados con el gobierno.
Una tienda de campaña decorada con retratos del jefe del Hezbolá Hassan Nasralá y otras figuras de la oposición ha sido montada en dos plazas cerca de las oficinas del gobierno para que los manifestantes puedan pasar allí la noche.
Siniora y varios de sus ministros también han decidido permanecer día y noche en el palacio de gobierno, cerca de donde varios altavoces vociferan himnos de guerra del Hezbolá, y un mar de manifestantes agita banderas libanesas, una señal del poder político ganado por la milicia chiita tras su guerra con Israel de julio y agosto.
Mussa expresó inquietud sobre lo que denominó una situación «seria» y «peligrosa», mientras Siria alabó a la oposición «y a sus fuerzas nacionales que enfrentaron la agresión israelí con heroísmo», en referencia al Hezbolá.
Indicó que la Liga Arabe, integrada por 12 países, «es consciente del peligro, y espera que éste no escalará».
«Todos estamos preocupados», admitió, y ofreció «proponer algunas soluciones» este lunes, tras sus conversaciones con Siniora y el presidente prosirio del Parlamento, Nabih Berri, del partido Amal.
El líder de la mayoría antisiria, Saad Hariri, hijo del asesinado ex primer ministro Rafic Hariri, urgió a sus simpatizantes a «guardar la calma» y «no responder a la provocación», mientras otros líderes del gobierno prometieron permanecer en sus puestos hasta que las partes puedan sentarse a negociar.
«Las protestas no son la solución. Me quedaré mientras sea primer ministro por la voluntad de la mayoría», aseguró Siniora.
Las tensiones subieron en el barrio Kaskas de la capital libanesa el domingo de noche, luego de que una caravana de vehículos opositores atravesara la zona, dando lugar a una riña callejera en la cual un opositor chiita de 20 años murió a consecuencia de sus heridas y 12 personas resultaron heridas.
La oposición señaló la caída de su «primer mártir» en un comunicado y pidió que más gente se manifieste pacíficamente en respuesta.
El ejército libanés se encontraba desplegado masivamente en Beirut el lunes en la mañana, sobre todo en Kaskas.
Unos 30 vehículos blindados controlaban el lunes el acceso al barrio, donde seguían acampando por cuarto día consecutivo los partidarios de la oposición.