Las ruidosas protestas contra la presidenta Cristina Kirchner y a favor de ruralistas en huelga por un aumento de impuestos elevaban este martes la tensión política en Argentina, que sufre desabastecimiento de alimentos y combustibles.
Miles de argentinos de clase media hicieron sonar sus cacerolas la noche del lunes en barrios coquetos de Buenos Aires y su periferia norte y en las principales ciudades del país, como Rosario (300 km al norte), Córdoba (700 km al norte) y Mendoza (1.100 km al oeste) en apoyo al reclamo de los agricultores.
Frente a las protestas –que llegaron a la quinta presidencial de Olivos (periferia norte)– agrupaciones políticas y sociales kirchneristas se concentraron en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada (gobierno), para respaldar a la presidenta.
No hubo choques entre activistas que apoyan el lock-out rural que culmina el miércoles y manifestantes pro-Kirchner, ni se registraron incidentes en los ruidosos cacerolazos, que fueron organizados a través de cadenas de mensajes de texto telefónicos y correos electrónicos.
La situación amenaza recrudecer con un acto que organizan para el miércoles agrupaciones gremiales y piqueteras (de pobres y desocupados) en la Plaza de Mayo, para poner freno a lo que consideran una campaña «golpista» de parte de ruralistas y la oposición política para desestablizar al gobierno.
El mitin tendrá lugar el mismo día en que los productores rurales convocaron a una jornada de lucha en todo el país, para la que pidieron la adhesión del sector comercial e industrial.
Los ruralistas llevan a cabo un lock-out con bloqueos parciales de una treintena de rutas y suspensión de comercialización de granos para exportación, en un país donde la exportación de productos alimentarios implica 35 mil millones de dólares anuales, es decir más de 50% del total de exportaciones.
El conflicto contra un aumento de los impuestos a las exportaciones de granos -en especial la soja- provoca falta de alimentos en los supermercados, escasez de diésel y gasolinas, reducción de insumos industriales y caída del consumo interno, además de afectar las exportaciones de granos.